Para la OPS/OMS la adolescencia es el período comprendido entre los 10 y los 20 años. Este rango de edad que marca la adolescencia es asumido por los distintos organismos internacionales e instituciones que trabajan en la protección de la infancia y la adolescencia.
En el imaginario cultural de los sectores pobres la adolescencia no existe o simplemente es una etapa mucho más reducida que la establecida internacionalmente (ver estudio Ramírez-Vargas, Conapofa, 2007). Las madres adolescentes con más de 16 años no se consideran adolescentes ni en su entorno familiar y social, se les considera personas adultas.
Las adolescentes pobres viven situaciones de continua vulnerabilidad en sus familias y en su entorno social que se expresan en elementos como los siguientes:
a) Víctimas de violencia y expulsiones continuas de sus familias. La sexualidad es un tema tabú en muchas familias que genera violencia y expulsiones continuas para las adolescentes que se inician sexualmente. La sexualidad no es un tema de diálogo sino de sanciones y represión donde no se orienta sino que se castiga o se expulsa. En esta casa no me llega una preñá Si tu llega con una barriga te va con el que te la pegó.
b) Continuas situaciones de abuso y acoso sexual de familiares y vecinos adultos por ser menor. Muchas adolescentes en estudios realizados muestran en sus historias de vida sucesos de acoso y abuso sexual permanente de familiares y vecinos desde su infancia. Estas situaciones continuas son permitidas por el entorno social y dejan a la joven desprotegida que los acepta como normales negándose el derecho a denunciar y a protegerse.
c) Expulsión de los centros educativos. Las adolescentes en muchos casos sufren tanto la expulsión de sus hogares como de los liceos y escuelas en las que están estudiando. Si el personal docente o directivo de los centros descubre o se entera de que las adolescentes están activas sexualmente o viviendo con el novio son expulsadas, lo que agrava su situación de vulnerabilidad y desprotección social.
d) Ausencia de espacios de orientación y recreación para adolescentes. Las adolescentes no cuentan en sus barrios y comunidades de instituciones ni espacios donde reciban orientaciones y educación sexual y reproductiva. Los centros educativos no ofrecen una educación sexual y reproductiva integral con un enfoque de derechos y una visión que se adecue a su realidad social.
Definitivamente las adolescentes en los sectores pobres viven una doble o triple vulnerabilidad por: su condición de género, ser menores y ser pobres. Las discriminaciones y la violencia que sufren permanentemente las despojan de sus derechos y las dejan en la desprotección total.