Las advertencias de Vincho Castillo

Las advertencias de Vincho Castillo

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Diría yo que la más peligrosa disposición frente al peligro radica en negar su existencia, y también calificar de alarmista y fabulador a quien nos hace advertencias basadas en el tejido que logra materializar usando los hilos que existen, hilos que separados parecen inconexos e intrascendentes.

Vincho Castillo ha sido acusado, a la ligera, de fabulador y alarmista, pero resulta que sus advertencias, sus preocupaciones, han tenido siempre, hasta donde yo sé, sólido fundamento.

¿Qué luce apasionado y casi teatral en su programa La Respuesta?

Pero ¿no es apasionante en grado extremo lo que él trata? ¿Cómo mantenerse fuera del dramatismo de los sucesos que ponen en peligro la salud nacional sin envolverse del modo en que él lo hace?

Que tenga muchos enemigos, gente que le odia y que se ha esforzado con vigor digno de mejor propósito en poderle fabricar con alguna base convincente, o propiciadora de dudas, acusaciones que le resten o anulen fuerza moral… eso es natural y propio de la especie humana.

Está atacando intereses. Intereses muy grandes, poderosos y peligrosos.

Castillo, en su más reciente programa televisivo, recuerda a Ortega y Gasset cuando, antes de iniciarse la Guerra Civil española, el ilustre filósofo declaraba que lo malo estaba en no saber lo que pasa. Se trata de estar en un pantano neblinoso de incertidumbre, de mentiras, tapujos e ideas contrapuestas, hechas un ovillo mayormente de malas razones, de intereses egoístas y malditos.

Es lo que estamos viviendo aquí, como secuela terrible del pasado gobierno, cuando una permisividad o un “dejar hacer” -en la mejor de las ópticas y coberturas protectivas y disimulantes- permitió un descarado desenfreno en corrupción y narcotráfico. Altos funcionarios del Gobierno que inevitablemente fueron señalados como responsables de graves delitos, fueron y han sido beneficiados por el manto del poder mayor, del gran poder del Estado, que borra, invisibiliza y descarga de toda culpa a quienes cometen todo tipo de crimen contra el país.

Tenemos el curioso caso de las avionetas.

Esa avioneta que intentando un aterrizaje difícil en la autovía del Este, viene a tener a las vecinas aguas del mar Caribe, la otra que fue incendiada y otra más que tocó suelo dominicano en lugares improvisados, de noche, desde baja altitud y con luces inadecuadas. ¿No son testimonio de que ya no cuentan con protección para utilizar aeropuertos formales?

Esos extraños crímenes que tocan presumiblemente a altos personajes del sector gubernamental, que enlodan y apestan a nuestra justicia en ciertos sectores, los cada vez más frecuentes “ajustes de cuentas”, que alcanzan zonas principales de la Capital ¿no testimonian categóricamente la presencia y acción del crímen organizado y los remanentes de altas complicidades?

Lo que no entendemos -como por lo visto y escuchado tampoco entiende Vincho Castillo- es la pasividad de la representación diplomática norteamericana ante un tráfico terrible hacia su país, con peligro de que incluya, tal tráfico abierto, indetectado, protegido y cubierto de silencios horribles, eventuales artefactos nucleares, potentes explosivos o dispositivos bacteriológicos capaces de llevar el horror a territorio norteamericano.

No queremos ser puente para una gran tragedia.

Tampoco queremos que ese tránsito de sustancias destructivas, aplastadoras, envilecedoras de la condición humana, como son las drogas, asesinen a nuestro pueblo. Maten nuestras virtudes, -nuestra simpleza, si se quiere- nos quiten, arrancándolas violentamente con un golpe de droga, esas virtudes humanas, esas grácil actitud que hemos mantenido bajo dictaduras y miserias sin cuento. De repente, todo parece estar cambiando. Crímenes atroces, robos y violaciones que, una vez realizados, terminan con tortura o muerte de la víctima, lograda con una saña enloquecida.

Todo eso es nuevo en su magnitudes y características.

Hoy la criminalidad tiene otros componentes.

Se trata de la enloquecida violencia del mundo de la droga.

Sobre esto advierte Vincho Castillo y se queja del manejo que se le da al drama.

Con toda razón.

Comparto sus preocupaciones.

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