Las aguas desplazadas y los movimientos sociales

Las aguas desplazadas y los movimientos sociales

Teófilo Quico Tabar

En tiempos de grandes aguaceros, se produce un fenómeno que no deja de tener cierta similitud con la actividad la política. Ello así, porque en los ríos naturales se producen desbordamientos, y las aguas buscan nuevos canales de desplazamiento. Algunos de esos desplazamientos se juntan con capacidad de producir corrientes importantes, incluso con tanta fuerza como los ríos. Pero si no encuentran un cauce o una fuente de suministro permanente, terminan descargando sus aguas en valles y cañadas, y en poco tiempo se van dispersando y agotando.
Igualmente ocurre en lo político. Porque los pueblos pueden sentir, en determinados momentos, la necesidad de expresar sus inquietudes e inconformidades cuando se producen situaciones de dificultad o escándalo, mucho más ahora con tantos medios de comunicación fácil y rápida. Son igualmente desbordamientos populares, pero si no encuentran una vía o cauce capaz de conducir todos esos sentimientos sociales durante el tiempo, terminan como los riachuelos, dispersándose o agotándose.
El desplazamiento de masas puede provocar situaciones de expectación y llamar la atención, lo que es importante. Pero si no hay una identificación común y una diferenciación clara entre los que manifiestan voluntades e inconformidades, con aquellos a quienes se les demanda y reclama, lo más probable es que se produzca dispersión y agotamiento a mediano plazo.
Porque todo movimiento requiere que los conducidos, o sea, aquellos que se suman a los reclamos como manifestación de inconformidad, cuenten con claridad de objetivos, pero sobre todo, con una vía natural de conducción. Necesitan que se les brinde de manera clara y específica, una organización por donde conducir sus manifestaciones, reclamos, ilusiones, deseos y aspiraciones. Pero paradójicamente, muchas veces, eso de por sí, se convierte en factor de dificultad y dispersión.
La lucha contra la corrupción, impunidad o cualquier otro aspecto político, económico o social, por cuestión lógica y natural, normalmente perjudica a quienes se les endilgan y puede beneficiar a quienes las promueven y apoyan. Y cuando no existen canales específicos de conducción ni identificación de actores, se les hace difícil a las autoridades establecer estrategias, porque no hay identificación. Pero, por otra parte, si existiese la intención de aprovechar políticamente esos sentimientos de repudio e inconformidades hacia un cauce determinado, también puede producir la dispersión.
Por otra parte, podría provocar que a quienes se les reclame, aumenten sus acciones para corregir los daños causados y advertidos. Cosa que sería un triunfo de los demandantes, pero perderían su leitmotiv.
Somos un país muy especial. Aquí, si no se le dice a la gente lo que se busca, con quienes se va a buscar y cuáles son las vías para lograr esos deseos, para que cada quien pueda programar sus inquietudes o aspiraciones, todo podría terminar en una gran jornada, pero dispersándose o agotándose en el esfuerzo.
Las manifestaciones sociales de inconformidad son buenas. Los pueblos necesitan dar señales de que están vivos y presentes. Pero, para que no ocurra como los desplazamientos de las aguas en tiempos de aguaceros, hay que preparar los canales de conducción.

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