Hace un tiempo, cuando estuve de embajador en Corea del Sur, participé en un congreso sobre el océano y cómo aprovechar el potencial del mar. En ciertos casos, para el uso como agua potable. Y me llamó la atención las distintas investigaciones que se hacían respecto al uso de las algas marinas para el desarrollo de combustible y otros derivados importantes.
El tema resulta interesante ahora a propósito del reciente anuncio del gobierno, por medio de sus ministerios de Turismo y Medio Ambiente, de intensificar acciones con miras a contrarrestar la acumulación de algas marinas en diferentes playas, que cíclicamente afectan el Caribe y una parte de los Estados Unidos y de África. Más que el boicot de los alcaldes norteamericanos, es de mayor preocupación cómo esas algas pueden afectar las playas y el turismo del país.
En una reunión conjunta con Asonahores, el Ministerio de Turismo informó hasta de la contratación de expertos para consultas, que incluya botánicos marinos y ficólogos (expertos en algas), de manera que se puedan implementar buenas prácticas probadas en otros países impactados por el fenómeno.
Corea del Sur ya ha comenzado la investigación de las algas y no solo el uso en la producción de combustible, sino también de crema para la cara y para otros usos saludables. Colombia también, aunque en menor medida.
El gobierno surcoreano podría estar en la disposición de enviar expertos, si el gobierno dominicano lo solicita, y hasta de manera gratuita, porque pertenecemos a un acuerdo de cooperación que logramos firmar cuando fui diplomático allí, que se llama Knowledge Sharing Program (Intercambio de conocimientos).
Algunos biólogos dominicanos han expresado que la descomposición de las algas produce malos olores y efectos contaminantes, que pueden generar náuseas y vómitos en los turistas, por lo que el problema amerita pronta atención.
Corea del Sur, al igual que Japón y China, ya produce una cantidad importante de bioenergía, cosméticos y biomedicina. Se cree que el 84 por ciento de las patentes registradas de macroalgas están concentrados en esas tres naciones. De acuerdo con investigaciones científicas, el número de productos naturales de origen marino, como cosméticos, enzimas industriales o genes derivados de organismos y las patentes de genes del océano crecen, respectivamente, a un ritmo del 4% y 12% al año.
Hay que fomentar planes de investigación que sirvan de sustento al desarrollo de la industria, contribuyendo a la generación de empleos. Es necesaria la sinergia entre la academia, el gobierno y el sector empresarial, junto a la cooperación internacional, para que se puedan aprovechar las algas como una solución, y no un problema más para el turismo y al desarrollo del país.