Cada año, los hechos concernientes a la vida artística dominicana se cuentan por centenares; la mayoría merecedores de aprecio, pero algunos se destacan particularmente, porque emocionan, apasionan o deslumbran, porque permanecerán en el recuerdo y marcarán  la época. Nos referiremos a unos cuantos acontecimientos, elección a veces objetiva, otras subjetiva… como lo son juicios críticos y aun informaciones en materia de arte.

La celebración de un concurso nacional debe considerarse el evento sobresaliente en el período, ya que normalmente permite valorar la situación del arte y su movimiento creativo.

Bienal. En el 2009, la XXV Bienal  de Artes Visuales  –cuyos premios todavía pueden verse en el Museo de Arte Moderno– abrió inmensas esperanzas y causó no menos decepciones por la selección de las obras, que, a su vez, fue en gran medida responsable de la mediocridad de la mayoría de las obras premiadas. Por tanto, la significación de la bienal estatal no estuvo a la par con su importancia. Una segunda bienal, popularmente llamada de Bonao, por ser el fruto de la admirable fundación de Cándido Bidó, se caracterizó por una  particular dignidad, pero tampoco alcanzó la calidad y la resonancia anheladas. No cabe duda de que el arte contemporáneo dominicano no pudo apreciarse, tomando las bienales como parámetro.

Nuestro Picasso. Sin embargo, la retrospectiva de Ramón Oviedo, “Haz y envés”, organizada con motivo de la Bienal Nacional de Artes Visuales  –que se le dedicó– y presentada en Bellas Artes por el MAM, fue ciertamente una de las dos exposiciones mayores del año, y volvió a demostrar las dimensiones épicas de nuestro Picasso de la pintura.

 “El eterno retorno”. La segunda exposición mayor, intensamente esperada, fue “El eterno retorno” de Fernando Peña Defilló en el Centro León. Su excelencia desbordó todas las expectativas, testimoniando el compromiso y la riqueza de una producción deslumbrante, hoy tan inspirada e inspiradora como en sus inicios brillantes.

Taller  de Silvano Lora. Un tercer gigante de la plástica dominicana –cuya partida se siente reiteradamente en nuestro ambiente–, Silvano Lora, ha estado presente con la apertura  de la Fundación Taller Público Silvano Lora, en la Zona Colonial, con una muestra contundente y una programación acorde con la memoria del más social de nuestros maestros.

“Arte dominicano joven”.  Vecina de esa fundación, Casa de Teatro y Freddy Ginebra pusieron en alto el arte emergente, no sólo con un concurso,  sino mediante un magnífico volumen –imágenes y texto– sobre el “Arte dominicano joven”.

Cinco de los artistas, comentados en ese libro, fueron los héroes de la exposición y proyecto Quintapata en el Centro Cultural de España, ciertamente la mejor manifestación del arte contemporáneo en el 2009, y que además cumple su compromiso de itinerancia fuera del país.

“Kreyol Factory”. Refiriéndonos a la  proyección internacional, debe enfatizarse la fuerza de la representación dominicana –instalación, escultura, fotografía– en París y la formidable colectiva “Kreyol Factory”, alcanzando objetivamente nuestros cinco artistas una superioridad estética y una acogida excepcional de la prensa francesa.

“Siento, luego veo”. Desde Francia nuevamente y del Museo del Louvre, nos llegó la estatuaria de su Galería Táctil, y, en la Galería Nacional de Bellas Artes, “Siento, luego veo”, acompañada por obras dominicanas, constituyó la primicia emocionante de exposición y talleres dirigidos prioritariamente a los no videntes.

Un aporte internacional también extraordinario fue la exposición, en el Museo Bellapart, de “La plena inmortal” de Antonio Martorell, artista puertorriqueño magistral y amigo entrañable, 

Fiart. En cuanto a un reconocimiento e imprescindible relación con las galerías de arte, tuvo lugar en Bellas Artes la muy concurrida y valiente Feria Internacional de Arte (Fiart), producida por Ocean, cuyo concepto y magnitud fue una exitosa iniciativa que va a repetirse anualmente.