Un tema que se volvió a poner de moda es el de las bancas de apuestas, luego de que se cuantificara su presencia todo el país. Parece como si hubiera ceguera colectiva, sobre todo para algunos voceros, que cuando les conviene no desperdician oportunidades para opinar, pero lo hacen, dejando atrás una larga cola de silencio complaciente, porque cuando se discutía en el Congreso una ley para otorgarles a las bancas todo tipo de privilegios y exenciones fiscales, lo que lograron con la oposición de muy pocos, casi todos se hicieron de la vista gorda.

Hace tan solo unos años, cuando un grupo de congresistas y empresarios ligados al negocio de las bancas de apuestas, de todos los colores partidarios y políticos, se agenciaban una ley que los eximía de las obligaciones fiscales a que están sometidas las demás actividades comerciales y empresariales, hicimos todos los esfuerzos por llamar la atención de los sectores que considerábamos sanos, conscientes y con una concepción de la vida dentro de los esquemas éticos y morales, incluyendo periodistas, políticos, medios, religiosos, pero lamentablemente fueron muy pocos los que se manifestaron.

Muy pocas voces políticas, religiosas o periodísticas se escucharon criticando esa aberración de otorgarles exenciones fiscales por considerarlas necesarias par el desarrollo nacional y comercial. Pero es lógico entender la posición de muchas personas con relación a las bancas de apuestas, porque los ejecutivos de las bancas también son políticos, empresarios y tienen buenas conexiones con representantes de todas las actividades.

Los banqueros otorgan anuncios y muchos. Ofrecen ayudas a mucha gente con influencias. Mantienen programas, tienen conexiones por todos los lados y han demostrado que son personas inteligentes y abiertas, capaces de agenciarse buenos abogados y de una forma u otra, como es una actividad oficial y comercialmente lícita, saben utilizar los recursos del mercado, que los banqueros de apuestas seguramente conocen las estrategias que se utilizan desde el poder, o la que según se conoce, le han recomendado algunos expertos al gobierno, en el sentido de que: “cuando no es posible con un nombramiento doblegar a un político, un periodista o una persona importante, lo aconsejable es darle un anuncio, propiciarle un reconocimiento, nombrarle un familiar, otorgarle una asesoría o encargarle un estudio”.