Un traje, una blusa o cualquier prenda íntima transparente que toca la figura femenina, convierte a la mujer en una persona atractiva, elegante, moderna… y hasta seductora.
Así ha sido comprobado por décadas desde que Ives Saint Laurent desafió la sociedad de la época, creando en 1968 un traje de blusa transparente de cigaline (chiffon) con falda en terciopelo negro para su colección otoño invierno de ese año.
Ese fue el sello que lo catapultó en el mundo de la moda hasta convertirlo en un Chanel moderno, porque rompía con la sobriedad y daba a la mujer una nueva elegancia.
Su osadía fue imitada por otros grandes como son Prada, Stella McCartney, Christian Dior y Versace que no se olvidan de incluir en sus colecciones de temporada vestidos vaporosos con detalles en encajes, bordados y otros elementos transparentes. Y es que la transparencia a lo largo del mundo de la moda se ha mantenido inalterable.