Las brechas que hay que acortar

Las brechas que hay que acortar

Si tenemos que caracterizar las diferencias que separan a un país emergente como la República Dominicana de un país desarrollado como España (o cualquier otro país desarrollado), muy bien podemos hacerlo indicando la existencia de tres brechas: la del ingreso, la de la distribución del ingreso y la de la institucionalidad.
Según el Fondo Monetario Internacional, el Producto Interno Bruto per cápita de España en 2018 (que nos da una idea del ingreso per cápita de ese país) fue ligeramente superior a los 35 mil dólares, medido en paridad de poder de compra referido al año 2011, mientras que el de la República Dominicana fue del orden de los 16 mil dólares. O sea, la capacidad de ingreso de España más que duplica la de la República Dominicana.
En cuanto a la distribución de ingreso, la Eurostat (Oficina Europea de Estadística) da cuenta de que, en 2017, el coeficiente de Gini español, que mide el nivel de desigualdad social en ese país, era 0.341. Esto significa que el 20% más rico de la población española recibió 6.6 veces más ingreso que el 20% más pobre. En cambio, en la República Dominicana, de acuerdo con la CEPAL, el coeficiente de Gini en 2016 fue 0.466, implicando esto que el 20% más rico recibió 11 veces más ingreso que el 20% mas pobre. O sea, con todo y que España es un país más rico que República Dominicana, la distribución del ingreso entre ricos y pobres es en ese país más estrecha que en República Dominicana.
En lo que tiene que ver con la brecha institucional, una buena manera de apreciar la diferencia la encontramos en el pilar institucional del Índice de Competitividad Global 2018 del World Economic Forum. En ese pilar, España ocupa la posición 28 entre 140 países y la República Dominicana la 99. Mientras más cerca de 1 se encuentre el país, mejor desempeño. Al observar los detalles del Índice de Competitividad Global, se aprecia una notoria diferencia, favorable a España en los componentes de este pilar institucional, resaltándose la independencia del poder judicial, la transparencia presupuestaria, la incidencia de la corrupción y la fiabilidad de los servicios policiales, entre otros componentes.
Todo lo anterior tiene un reflejo directo en el funcionamiento de la democracia, lo que podemos apreciar por medio del Índice de Democracia correspondiente a 2018, elaborado por la revista The Economist. Ese índice, que se elabora con 167 países, clasifica la democracia en cuatro categorías: democracia plena, democracia defectuosa, régimen híbrido y régimen autoritario. España cae en la categoría de democracia plena, ocupando la posición 19, mientras que la República Dominicana cae en la categoría de democracia defectuosa, ocupando la posición 61.
Visto lo anterior, el gran desafío que la República Dominicana tiene por delante en los próximos años, para avanzar hacia el desarrollo, es reducir las brechas señaladas. Sin dejar de reconocer los grandes cambios que se ha producido en los últimos años, todavía son necesarias profundas transformaciones estructurales en materia económica, social, política y cultural. Solo así, estaremos en condiciones de crear en nuestro país un Estado Social y Democrático de Derecho.

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