Las cámaras inútiles

Las cámaras inútiles

Como consecuencia de las múltiples manifestaciones de injusticia, discriminación y corrupción que se observan en muchos países, se planteó la creación de un puesto supra-ministerial o plenipotenciario para asignarlo a un individuo que se llamaría “defensor del pueblo” u “ombudsman” que sería el receptor, intérprete y corrector de las quejas de los ciudadanos contra funcionarios u organismos de los gobiernos o instituciones privadas que vulneren derechos individuales o colectivos. En los Estados Unidos sería el equivalente de un súper-héroe (Supermán, Batman, el Hombre Araña, etcétera) y para los latinos un Chapulín Colorado.

Desde su creación en los países escandinavos hasta el presente, la figura del “ombudsman” ha sido variada, yendo de simple comisionado hasta verdaderos ministerios con numerosos empleados.

En nuestro país se pronostica la existencia de un cargo burocrático más, con un súper-sueldo y un político declarado o encubierto “buscándosela” al estilo de muchos de los integrantes de las múltiples e inútiles cámaras que tenemos, incluidas la de Cuentas, las de legisladores, de justicia, etcétera, que por sus antecedentes y modus operandi no solamente son inservibles, sino peligrosas.

Si las cámaras legislativas necesitan nombrar un “defensor del pueblo”, el mensaje que recibe la población es de que su principal función, que es precisamente defender al pueblo, no la saben o no la pueden cumplir, ni por ellas mismas ni por la delegación al principal funcionario de la nación que es el Presidente de la República, preguntándose la gente y ¿para qué los elegimos?

Quizás lo mejor sería gastar tiempo y recursos en colocar las útiles vídeo-cámaras por doquier, que nos servirían de vigilantes permanentes para que el mismo pueblo se defienda. 

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