Las cámaras útiles

Las cámaras útiles

Después de Dios, hay muchas cosas  ante las cuales los humanos debemos hacer reverencia; una de ellas es la parte de la ciencia llamada electrónica, fruto de la cual son las llamadas vídeo-cámaras. Tal vez, valorando sus utilidades, debíamos orar: “Electrónica nuestra que estás en la tierra, santificado sea tu nombre, venga a nos tu reino….”.

Son incalculables los beneficios que han aportado a la sociedad las vídeo-cámaras, especialmente en lugares públicos, tales como estadios, centros comerciales, oficinas gubernamentales, complejos hoteleros y habitacionales, avenidas, autopistas, semáforos, muelles y aeropuertos, previniendo y controlando delitos y crímenes de cualquier naturaleza.

Sin embargo, para nosotros, donde las vídeo-cámaras pueden alcanzar su máxima utilidad es en  los hospitales, ya que ellas pueden monitorear todo lo que ponga en peligro la ejecución decorosa y honesta de las labores del personal de salud, sin importar su nivel jerárquico: Desde la detección gráfica del “macuteo” del portero, hasta el posible trato vejatorio e indigno para cualquier paciente, sin dejar de lado las probables sustracciones de equipos, materiales y medicamentos; o algo más grave aún, el secuestro o robo de un recién nacido. 

La Maternidad La Altagracia recibió hace algunos días la donación de vídeo-cámaras para mejorar sus controles, apenas tres semanas después de un incidente lamentable con un recién nacido. Hace algún tiempo se fue a pique un ensayó con cámaras en intersecciones de Santo Domingo y otros intentos públicos de vigilancia electrónica se los han tragado los robos de equipos, la falta de mantenimiento y el monstruo de los apagones. ¿Podríamos retomar todo eso?

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