Cada vez que se anuncia una nueva jornada de pavimentación todos nos alegramos porque nada mejor que conducir en una ciudad sin hoyos. Cuando lo hacen, sin embargo, van echando capas y capas de asfalto que crean una alfombra enorme de pavimento que se separa del contén.
En la zona colonial la mayoría de las calles están así, lo que ha dejado un agujero considerable entre la calzada y la acera. Siempre pensé que eso podía ser un peligro para cualquiera pero el sábado pasado me tocó descubrirlo en primera persona: al cruzar la calle tropecé con el asfalto y me fui de bruces sobre la calle.
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El impacto fue tan fuerte que en primer momento pensé que me había partido la cara pero por fortuna solo me corté y raspé superficialmente la mejilla y el codo izquierdos, así como la rodilla derecha.
Tras agradecer mi buena fortuna porque no tuve heridas grandes, cuento lo que me sucedió porque quizás a un envejeciente o a un niño les puede ir mucho peor en caso de una caída. No sé que puede hacerse en este caso pero no está de más alertarlo porque hay quienes me han comentado que conocen a otras personas a las que les ha pasado lo mismo, es decir, es un peligro para todos los que caminamos por el área. Y si eso es para nosotros ya sabrán lo que significa para los que no ven.