Las carambolas de la historia…

Las carambolas de la historia…

El billar es algo que nunca entendí bien y las carambolas menos. Pero aunque parezca increíble, atacar a Leonel Fernández puede que esté convirtiéndose en una manera de arrimarse a buena sombra, de árbol generoso… La historia está llena de ejemplos de similares lances, que se vuelven serendipias.

Por ejemplo, un suceso en la isla de Santo Domingo a principios del siglo XIX fue el involuntario e inadvertido causante de una de las mayores expansiones territoriales de los Estados Unidos: la compra a Francia de Louisiana. 

En octubre de 1802, España cedió a Francia el vasto territorio debido a su imposibilidad de defenderlo.  Pese a las manifestaciones del “más poderoso príncipe europeo”, como llamaba Talleyrand a Napoleón, de que carecía de mayores ambiciones expansionistas, en París había un enorme entusiasmo entre los pocos funcionarios enterados del propósito de Bonaparte de ocupar militarmente su recién adquirida Louisiana.  Si la diminuta Haití era capaz de proveer a su metrópoli riquezas tan enormes como lo había hecho, ¿Qué no sería del tesoro francés, ungido de nuevas y mayores fuentes de financiamiento, con Louisiana, varias veces mayor que la propia Francia?  A los financistas y generales franceses se les hacía agua la boca ante las perspectivas… 

Sin embargo, la ilusión de recursos inagotables de la proyectada colonia continental francesa en  Norteamérica explotó como pompa de jabón de Marsella (llamado “de cuaba” en Santo Domingo).  Resulta que Napoleón contaba para la expedición de toma de Louisiana con el formidable ejército de 34,000 hombres bajo el mando de su cuñado el general Leclerc, que había sido aniquilado en Santo Domingo ese mismo año de 1802.  Las tropas negras de Toussaint L’Overture, auxiliadas por una inclemente epidemia de malaria, habían reducido el colosal contingente militar francés a apenas 3,000 tropas esmirriadas y macilentas, desmoralizadas por su derrota tan inesperada.  

El asombroso giro fue un alivio para los americanos, quienes enterados del apremio de Napoleón para seguir financiando su ocupación de Holanda, Suiza, Alemania e Italia, aparte de su alocada ambición de conquistar Egipto, ofrecieron comprar Louisiana.  Incapacitado para asumir el control de ese territorio y temeroso de que esa  ausencia propiciara la gradual ocupación de colonos estadounidenses, Napoleón vendió Louisiana a los Estados Unidos en el año 1803 por 60 millones de francos, suma menor a las rentas haitianas de unos pocos meses hacía apenas una década.

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