Las caras de la cebolla

Las caras de la cebolla

JOSÉ MANUEL GUZMÁN IBARRA
La primera vez que oí a alguien referirse a la complejidad de la vida usando una cebolla como metáfora fue a Gabriel García Márquez. Lo entrevistaban en el 1982, hablando sobre sus largos años de matrimonio, él decía que su esposa Mercedes, igual que la cebolla, le mostraba todos los días una cara diferente, sin dejar de ser la misma, con su mismo sabor y propiedades. En estos días, el famoso escritor alemán Gunter Grass, usando la misma metáfora, es el centro de una polémica internacional con un libro autobiográfico: “Pelando la cebolla”.

El género biográfico es difícil. Se supone que un autor que cuenta sobre un tercero tiene que captar las características más relevantes para que una vida, compleja como siempre se presenta pueda caber en un libro.

La exageración, la creatividad, la imaginación, no pueden sustituir los documentos; pero son recursos más que permitidos, necesarios. Al final, cualquier inexactitud del escritor queda subsanada por su objetivo, captar la atención del lector y, por su evidente limitación, pues escribe sobre un tercero.

El sub-género auto biográfico, en cambio, entraña riesgos mayores. Si el autor miente sobre su propia vida ¿Cómo podría ser exculpado? Gunter Grass, en este caso, no es acusado por mentir, sino por decir la verdad demasiado tarde.

Gunter Grass confiesa haber pertenecido en su juventud a la Wafen-SS, de forma casi voluntaria, y admite haber creído (deseado) la victoria total del nacionalsocialismo sobre las fuerzas aliadas. Las pruebas documentales existen, consta en documentos que fue apresado por los aliados.

Su confesión ha traído mar de críticas. ¿Cómo Gunter Grass, icono de la conciencia crítica alemana, fue un nacionalsocialista? ¿Nos engañó cuando mostró sus críticas y su compromiso con ideales más humanos? Deberían quitarle el Nóbel, dicen unos. Los reyes de España tendrían que quitarle el Premio Príncipe de Asturias, dicen otros. No todos se han tomado a la ligera la confesión de este hombre de 79 años.

En el diario español El País, Gunter Grass ha dicho que “el autor tiene que trabajar con… con su memoria. Y sabemos que la memoria tiende a embellecer situaciones, a presentar cuestiones muy complejas de una forma lo suficientemente simple como para hacerlas narrables”. No todos ven en su confesión una cuestión técnica. No bastó que confesara con humildad: “Lo que después se puso en relación con las Waffen-SS, todos sus crímenes, de todo eso no fui consciente hasta después de la guerra. Eso tuvo mucha influencia en que este hecho único, este episodio de mi vida, me lo guardara para mí. Está relacionado con un sentimiento de vergüenza…”

Si casi siempre se recurre, como es el caso, a lo autobiográfico para hacer literatura ¿Por qué hacerlo hoy y no antes? Pienso que el secreto está en la explicación que dio el Gabo sobre su permanencia con Mercedes: somos y no somos los mismos, como la cebolla al pelarla, va mostrando caras.

Entendemos al individuo como un continuo, olvidando que el hombre es él y su circunstancia, como decía Ortega y Gasset; pero ¿acaso todos los jóvenes fueron de la Wafen- SS? Está claro que ante determinadas circunstancias, no todos actuamos igual. Nunca es justificación alegar juventud o determinismo ante una decisión. Sin embargo, vale preguntarse en el caso que nos ocupa, si la historia de Gunter Grass no es la historia de la sociedad alemana: la de haberse dejado henchir el alma del veneno nacionalsocialista, para despertar en el horror, no sólo de su derrota sino de su crimen y su barbarie…y leído en la canícula caribeña ¿No es más o menos la historia de todos los pueblos? ¿O los dominicanos hablamos de la matanza del 37? A veces queremos condenar a los individuos para salvarnos como sociedad.

Quizás hubiera sido más fácil la literatura. Borges lo hizo al encontrarse con él mismo, mirando al Borges joven como un extraño, en ese memorable cuento El Otro. En el caso de Gunter Grass era tan sencillo. En esta confesión de Gunter Grass era necesario algo más que encontrarse consigo mismo, adolescente. Su enfrentamiento con su pasado es el de Alemania, su confesión lo trasciende.

Gunter Grass exorcizó valientemente sus vergüenzas, y mostró a los de su generación esos fantasmas que no han tenido el valor o la oportunidad de sacarse. A los más jóvenes alemanes el texto de Gunter Grass les brinda una cara de la historia alemana que quizá sea bueno mirar antes de sepultarla para siempre en el olvido. A la humanidad toda nos da una oportunidad de mirarnos en el espejo para ser como la cebolla que al pelarla tiene distintas caras, no todas agradables, pero persevera en ser.

La cebolla es quizás la hortaliza más popular en el mundo, se le atribuyen propiedades curativas. Es un excelente desinfectante, capaz de matar gérmenes y bacterias, purifica la sangre, es laxante, diurética, un buen tónico nervioso y además ayuda a expulsar bichos del cuerpo. Para no llorar al picar la cebolla, el mejor antídoto es el agua fría. Pélela cada quien, bajo el chorro del agua; remoje el cuchillo antes de picarla y conserve un poco el agua fría en su boca mientras termina de hacerlo. ¿Nos atrevemos?

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