Las casas victorianas de Puerto Plata

Las casas victorianas de Puerto Plata

JUAN VENTURA
Muy bien fue descrito Puerto Plata por el connotado escritor e historiador Emilio Rodríguez Demorizi, cuando dijo: «Puerto Plata es, sin disputa, una de las villas de las Américas de más hermosa historia.

Junto al Atlántico, su montaña es alta mano abierta que saluda al navegante. Aquí echaban anclas, como Colón; o doctrinaban o escribían, como Las Casas; o se decían, como Duarte, las más bellas palabras de paz y de justicia; o se acentraba el civismo dominicano; o se congregaban los emigrantes de Cuba y Puerto Rico, como en el cuartel general de la libertad en las Antillas; o sea afincaba el extranjero en las lides del comercio; o daba de sí un prócer como Gregorio Luperón; o un político como Ulises Heureaux, Maquiavelo antillano». (Noticias de Puerto Plata, Editora Educativa Dominicana, C. por A., Santo Domingo, 1975, página 5).

Mientras, que por otro lado Robert S. Gamble expresó: «El ambiente tradicional de Puerto Plata, por ser parte de la herencia cultural de la ciudad y de la República, debe ser mantenido, adaptándolo a las exigencias modernas, pero al mismo tiempo guardando la esencia arquitectónica e histórica del ambiente. Esto último es el propósito de un programa municipal de conservación-arquitectónica: asegurar que los cambios sean beneficiosos; que se retiene lo mejor del pasado mientras se construye para el presente y futuro, no solamente por uno mismo, sino por las generaciones del porvenir». (La conservación de una ciudad inventario. Puerto Plata: Ensayo histórico-arquitectónico, coautor doctor José Augusto Puig Ortiz, Editora Alfa & Omega, Santo Domingo, 1978, página 43).

Estamos viendo con mucha preocupación cómo en los últimos años se nos ha estado perdiendo nuestro patrimonio arquitectónico de Puerto Plata, ante la mirada indiferente de las autoridades llamadas a velar por la conservación del mismo.

Acaban de demoler la mansión que perteneciera al general Ricardo Limardo R. (a) Bubul, en estos días. Nadie ha dicho nada.

En varios edificios antiguos se han venido realizando remodelaciones que los han mutilado. Esas remodelaciones reciben cambios insípidos y descuidados que destruyen el valor de conjunto de algunas partes de la ciudad, las mismas ocurren día a día.

Por otro lado, otros edificios se han convertido en ruinas, que poco a poco son un peligro público, ya que sus propietarios no tienen los recursos necesarios para emprender su restauración, o bien porque a éstos no les interesa conservarlos, sino levantar en ese sitio una nueva edificación.

Esta situación de indiferencia producirá, a la larga, que Puerto Plata pierda el carácter tradicional que la caracteriza y distingue en la actualidad.

Si esto se sigue permitiendo, constituirá desde el punto de vista turístico un golpe tremendo en cuanto al potencial de atracción de Puerto Plata, aunque algunos piensen que el turista sólo busca playas y sol. También busca «un ambiente diferente, en cuanto a lo cultural».

Para la ciudad de Puerto Plata, la muerte desde el punto de vista de ofrecer al turismo un ambiente arquitectónico diferente, producto de otra época en la historia del Caribe, puede ser lenta, dependiendo como se conserve su patrimonio arquitectónico.

El arquitecto norteamericano Robert S. Gamble acota: «la típica casa moderna de bloques o de concreto, con techo plano y salomónicas metálicas, es cómoda y muchas veces bellas, pero luce igual donde quiera. El turista la encuentra en Miami, sea en Puerto Rico… Pero la vista por una calle antigua (de Puerto Plata) de balcones y persianas, de aleros con toques «festivos» de madera labrada, y pintada de colores diversos, esto, sí es único. Es diferente. Es aspecto, es paisaje, es vista, que se graba en la memoria. Que da a la ciudad una «personalidad» distinta. Que la hace «encantadora» «pintoresca» y todos los demás adjetivos descriptivos con los cuales se menciona un ambiente agradable». (Obra citada página 42).

Expresamente he dejado para último y quizá sea el primero, el recurso a que apelan algunos propietarios desaprensivos, que ven sus inmuebles deteriorarse careciendo de recursos para repararlos, y a falta de asistencia gubernamental toman el innoble camino del fósforo para solucionar sus problemas, en desmedro del ornato y del mejor exponente de nuestra cultura victoriana.

La Comisión Provincial de Patrimonio Cultural de Puerto Plata no se siente y mucho menos orienta a los propietarios de estos inmuebles.

Esta Comisión prácticamente no existe, tiene muchos años que no se reúne. Algunos de los miembros de la misma se han muerto. No ha sido reestructurada. No toma decisiones. No se le convoca a reuniones. Nadie sabe quiénes son los miembros de esta comisión que aún están vivos. Se hace urgente que la Comisión sea re-estructurada y que la misma se reúna periódicamente.

Hace muchos años que Puig Ortiz y Gamble dieron la voz de alarma, cuando proclamaron: «Por descuido, negligencia y falta de apreciación, se están deteriorando edificios valiosos de Puerto Plata. Su rescate es urgente para que la ciudad no pierda porción importante de su patrimonio». (obra citada, página 52).

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