Las Cátedras Ciudadanas, una excelente estrategia para crear y fortalecer valores

Las Cátedras Ciudadanas, una excelente estrategia para crear y fortalecer valores

Silvia Soto Fernández

Por: Silvia Soto Fernández

Con frecuencia, escuchamos citar como eje casi absoluto para el desarrollo de un país, el componente económico. La discusión sobre el impacto de los factores culturales (los valores y las creencias compartidos por grupos humanos que se transmiten de generación en generación), sobre el desarrollo económico, es una de los más antiguas de las ciencias sociales. Max Weber, argumentaba que la ética protestante (los valores protestantes del ahorro y el trabajo) fue crucial para el desarrollo del capitalismo.

  Karl Marx consideraba que el nivel de desarrollo industrial y la división del trabajo de un país expresará sus valores culturales e ideológicos, “superestructura:” la cultura, las relaciones de poder, las instituciones, etc. Mientras, que Antonio Gramsci amplió el análisis de Carlos Marx planteando que quien tiene el poder puede también determinar las creencias y valores de la sociedad (la ahora famosa hegemonía) y así perpetuarse en el poder.

Por otro lado, es necesario destacar, que los valores ciudadanos impulsados desde el hogar y reforzados y orientados desde las escuelas, son los que garantizan, en primer lugar, que los ciudadanos y ciudadanas comprendan  que el amor a la patria va más allá de que les guste la gastronomía, “la bandera”, que les encante la bachata y el merengue, ser pelotero desde “chiquitito”. Que tiene que ver, con el respeto a las leyes, a  las normas de convivencias necesarias para vivir en paz, con la práctica de la solidaridad, la empatía, el respeto a los  principios democráticos.

Desde la perspectiva del enfoque pesimista del filósofo José Ramón López, los rasgos propios de la identidad cultural dominicana se caracterizan por la ausencia de cohesión social, la escasa conciencia política y el personalismo caudillista; mientras que los indicadores de desarrollo social son el atraso capitalista, la carencia de ideologías políticas y la debilidad institucional. Y desde el punto de vista del determinismo histórico o cultural, los cuales encuentran la tendencia del dominicano a la informalidad, a violentar las normas y al irrespeto de la institucionalidad, en los valores que le fueron trasmitidos por los ocupantes de la primera embarcación de colonizadores que llegó con Cristóbal Colon, compuestos por criminales e infractores de las leyes del Reino de España.

Es bien conocida la proclividad de los dominicanos a violar las leyes y normas, por ejemplo, el tránsito practica que nos coloca en segundo lugar en materia de accidentes en el mundo, a apoyar las prácticas clientelares y la corrupción, lo que nos coloca en los últimos años en uno de los 10 primeros lugares en materia de corrupción en el mundo, (aunque durante la gestión del presidente Abinader hemos estado avanzando).

También es conocido el alto nivel de criminalidad y violencia callejera y privada en la sociedad dominicana, siendo su expresión más crítica y degradante los feminicidios, los cuales se producen a razón de 100 feminicidios por año en el país, y que nos coloquemos entre el cuarto y el 10mo lugar en índice de feminicidio de toda la región. Violencia que se ha extendido de manera escandalosa, penetrando en las escuelas del país con episodios horrendos.

Ante este panorama no cabe la menor duda de que las “Cátedras Ciudadanas” instauradas por el Ministerio de Educación producto de la visión y la preocupación del ministro Fulcar, constituyen una herramienta fundamental para crear una ciudadanía responsable, respetuosa de las leyes, con manejo de herramientas para la solución pacifica de los conflictos con los que debe lidiar en todos los ámbitos de la sociedad, desde el hogar, hasta la comunidad, el ambiente laboral o la  escuela, y promoción de una cultura de paz. Y comprometida con la institucionalidad y la transparencia.

Sabemos que el comportamiento ciudadano responde a diferentes factores, entre ellos: al funcionamiento correcto de las instituciones tanto desde el punto de vista legal como de la transparencia, de que haya un régimen de consecuencias por las violaciones a las leyes y normas, y del ejemplo que del liderazgo político comprometido con esos valores.

La formación en valores que se supone inicia desde el hogar, debe ser reforzada y en ocasiones, orientada por el sistema educativo, cuando los valores que se promueven desde el hogar no sean los más correctos o saludables, como, por ejemplo, el machismo que como sabemos, promueven la discriminación contra la mujer y la violencia, la falta de honestidad o de respeto a los derechos de los demás cuando se enciende una música a todo volumen sin importar el daño que le ocasiona al vecindario etc. Y saber, que en el país por fin se inicia un plan para educar en valores con las “Cátedras Ciudadanas” como estrategia nos llena de satisfacción y debe aplaudirse.

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