Segundo tomo. “Ahora que puedo contarlo”
Pronunciamientos deLeonel Fernández contra la celebración de un diálogo nacional en el Consejo Económico y Social (CES) con motivo de las elecciones de 2020 “lastimaron” a monseñor Agripino Núñez Collado tanto como declaraciones de sacerdotes que lo desautorizaron a hablar en nombre de la Iglesia cuando reveló el comportamiento ignominioso del nuncio Józef Wesolowski, quien incurría en actos de pedofilia sin que el clero lo denunciara.
Las confesiones del exrector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra están contenidas en el segundo tomo de sus memorias, “Ahora que puedo contarlo”, que se pondrá en circulación el próximo martes dos de noviembre.
“Tengo que decir con pena que me sentí lastimado con estos discursos del presidente Leonel Fernández”, significa el prelado, quien hace un extenso recuento de las veces que el exmandatario lo requirió para dialogar en medio de diferentes crisis, incluidas ocasiones en que debió interrumpir viajes por la premura de las llamadas de Fernández.
Leonel produjo dos alocuciones rechazando los encuentros y “tanto afectaron esos discursos, que parte de los protestantes en la Plaza de la Bandera, a principios del año 2020, estimulados por esas declaraciones, acudieron al Recinto Santo Tomas de Aquino no a rechazar al CES, sino a Agripino”, apunta. Indica, empero, que Fernández “siempre ha demostrado ser un abanderado del diálogo”.
Sin embargo, añade, a raíz de las elecciones de 2020 surgieron cuestionamientos, y el PLD solicitó públicamente que se discutieran en el seno del CES los temas que se consideraban preocupantes y sugería que se abriera un dialogo en el seno de ese organismo”, relata.
Agrega que el PRM manifestó su acuerdo con esa propuesta, “pero, ¡oh sorpresa! el presidente Leonel Fernández, promotor del primer Dialogo Nacional, creador del CES, y que siempre acudió a mi persona para apoyar la búsqueda de soluciones a los conflictos en los que entendía podía colaborar” descalificó al CES.
“Hizo caso omiso al hecho de que, desde 1985 y hasta mi reciente retiro, los principales conflictos sociopolíticos tuvieron el espacio para buscar soluciones en la PUCMM con la coordinación de su rector”.
Monseñor ilustra este largo apartado con fotos del ahora presidente de la Fuerza del Pueblo al que dice no guardar rencor.
Otro “ingrato recuerdo”.
Así titula el caso Wesolowski y la actitud de clérigos hacia su persona, que define como “uno de los episodios más desagradables que he vivido”.
Dice que con sentido de responsabilidad respondió cuestionamientos de reporteros sobre el caso, pero “compañeros de iglesia, bajo el alegato de que no tenía una diócesis, intentaron desautorizarme. Esa reacción me dolió mucho. No entiendo aún las razones de aquella actitud”.
Refiere cómo ocurrieron los hechos y por qué se adelantó al cardenal LópezRodríguez en darlos a conocer. Expresa que los periodistas tomaron las declaraciones suyas como primicia, lo que, al parecer, disgustó a los curas que celebraron posteriormente una rueda de prensa.
“Dio la impresión de que pretendían que el caso fuese silenciado, según me contaron después algunos allegados, avergonzados por esa respuesta”.
Agripino Núñez narra, por otro lado, la situación de angustia que vivieron Rafael Herrera y su esposa Rosa en un momento en el que perderían su casa hipotecada y los empresarios que, convocados por él, acudieron en su auxilio para evitarlo. Solo uno estuvo en desacuerdo.
Revela un desconocido impasse que se produjo durante la primera visita de Juan Pablo II al país porque Álvaro Logroño, jefe de protocolo del Palacio Nacional, “se mostró empeñado en que el presidente Antonio Guzmán acompañara a Su Santidad en el Papamóvil”, lo que impedían las normas del Vaticano.
En otro capítulo consigna detalles de carácter político que dice quedaron fuera en el primer tomo, y se expresa con dureza al anotar que a muchos actores de la vida nacional “les gusta que la historia se acomode a sus propias versiones y los presente como héroes habiendo sido villanos”.
Agrega que no se aventura “a decir mentiras” y señala: “No tengo miedo a nada ni a nadie, mucho menos a escribir la verdad. Nunca he sentido miedo”.
Cuestiona el funcionamiento de la Junta Central Electoral en los procesos electorales y opina que el correcto funcionamiento de este organismo, “no obstante los años transcurridos, sigue siendo un asunto pendiente en la agenda política”.
“Ahora que puedo contarlo, Memorias II”, cautiva por los temas y el lenguaje sencillo. La impresión es de alta calidad, ilustrada con imágenes de los personajes citados. Revela muchas historias inéditas de gobernantes, políticos, amigos sacerdotes y de la vida privada y religiosa del autor. Tiene 450 páginas.