Las ciencias están de fiesta

Las ciencias están de fiesta

JOSÉ SILIÉ RUIZ
 Hoy en el calendario «antiquísimo» dominicano corresponde como 6 de enero, al día de Reyes; digo esto, porque ha pasado mucho tiempo desde la época de la generación de los Santos Reyes a la que pertenezco. Hoy, un señor de ascendencia europea llamado Santa Claus es quien domina los predios de los regalos infantiles con iPods y videojuegos.

Está ya muy lejos la época del Gato Félix, de Paúl Terry, de Chanok y Sequp Baloyán, y por qué no de Red Raider, el Llanero Solitario o del Abuelito Cantarín, o los brillosos zapatitos de charol de mi siempre presumida hermana Celeste; en fin una consecuencia obligada de la indetenible «globalización».

En un día como hoy, devolviendo el inexorable paso del tiempo «hace unos años», hubiera en todo el país un olor a «mito», producto de la pólvora de las pistolas de vaqueros o de detectives (Dick Tracy) clásicas de la época; nos estuviéramos repartiendo los roles entre indios y vaqueros, juegos de béisbol en cada esquina, sin riesgos de vehículos (habían pocos), el culturizante Robot Mágico estuviera contestando las preguntas de los chicos y las hembritas estuvieran vistiendo sus muñecas, las que apenas movían los ojos, mientras las de hoy «hablan», dan los buenos días, piden comida y hasta beben leche, según he apreciado al jugar con mi nieta.

Esta «disgregación» infantil, por la que pido perdón a los lectores, en este primer «conversatorio» del 2008, lleno de optimismo y de grandes esperanzas, y el cual estoy convencido será un gran año, es quizás para uno desembarazarse de ese «niño» que todos llevamos dentro y que de cuando en cuando aflora, pero que nunca deja de estar presente en nuestras acciones cotidianas. Mas, volviendo a la realidad de la actualidad y ya de una manera muy solemne, vamos a tratar el tema de la institución que agrupa a un conjunto de hombres y mujeres de los que hacen ciencia en este país, de la Academia de Ciencias, de la que con gran orgullo formamos parte de su directiva.

La Academia de Ciencias de la República Dominicana, en el marco de la celebración de su 33avo. aniversario, y en la presidencia del Dr. Nelson Moreno Ceballos, se otorgó al Dr. José Silié Gatón el máximo galardón que concede la Academia, el «Laudatio Académico», por igual lo recibieron los académicos Lic. Idelisa Bonelly de Calventi, Ing. Dinápoles Soto Bello y el padre Luis Alemán (EPD), en un acto solemne llevado a cabo al finalizar el pasado año, en el auditorio de la Academia, en una noche elegantísima en todo el término.

Este reconocimiento, «El Laudatio», se otorga a personajes de la ciencia y el intelecto que por sus méritos acumulados a través de una vida de servicio y producción científica se hacen acreedores del máximo galardón que otorga la institución, para lo cual no solo se pondera su producción intelectual, sino por igual los aportes hechos a través de los años a la sociedad. El jurisconsulto galardonado, del cual que soy su primer heredero, es Profesor Meritísimo de la UASD, y autor de más de 26 obras que versan sobre los temas de ética, Derecho, cuestiones electorales y de moral. A través de su vida ha ejercido numerosos cargos en la judicatura nacional y en la Junta Central Electoral, recientemente puso en circulación tres obras más sobre el tema que le apasiona y con el cual se siente identificado: la ética.

Luego de la imposición de las medallas y la desvelización de las fotos de los galardonados en la galería de «Laudatios», el Presidente de la Academia de Ciencias el Dr. Moreno Ceballos, en su discurso señaló: «Es un orgullo para mi reconocer a estos profesionales, porque más que compañeros académicos, modelan con su actitud científica y su conducta moral, lo que cualquier científico aspiraría para la culminación de su trabajo en la ciencia y como hombre al servicio de la sociedad dominicana.»

Correspondió al Dr. Silié Gatón pronunciar el discurso con las «Declaraciones de Ética» de la Academia, las que el hace todos los años, en esta oportunidad se refirió a la ética electoral, en la oportunidad enfatizó: Que era “de vital importancia que cada torneo electoral esté acompañado siempre de normas de socialización y de por lo menos la mínima dosis de respeto y sana coexistencia de los participantes; señalando además que era fundamental que los electores y los elegibles, actúen dentro de un marco ético que redundará en beneficio de la institución, sea éste el Estado o cualquier entidad particular». Resaltó las últimas elecciones de la Academia donde hombres y mujeres de ciencia, demostraron en las urnas madurez y conciencia, con un gran respaldo a una directiva que ha propiciado el relanzamiento de la Academia de Ciencias en todos los órdenes.

La nueva directiva fue reelecta con el 72% de los votantes de esa prestigiosa institución apartidista. Por todo esto, las ciencias están de fiesta, los académicos consideraron y lo demostraron con su votación, que los hombres sólo llegan a ser grandes por tres razones: por sus dotes naturales, por alguna oportunidad o por su resuelta voluntad de ser útiles, pero jamás por la diatriba ni la injuria. En ocasiones, algunos hombres y mujeres asumen conductas y talantes muy distantes de la solemnidad y la prosapia de la ciencia misma, porque ciencia es el conocimiento de las cosas por sus principios y sus causas. Es en la Academia, donde se supone quiérase o no, que a diferencia de otros grupos, debe morar por el compromiso con esa augusta, una real y verdadera «aristocracia»: del pensamiento, de la coexistencia y del proceder, por los que agrupa. Pero hoy, amables lectores, aparte del intelectual activo, el libérrimo pensador o el profesional neurológico, permítanme con su venia, el soñar con volver a ser por el día de hoy, ese «chico» muy feliz, en este radiante, nostálgico y evocado «Día de Reyes».

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