Las cifras económicas

Las cifras económicas

POR LUIS H. VARGAS
3 de 6

En esta administración de gobierno de Fernández, las cifras sobre el crecimiento real del producto bruto interno -PBI- constituye, con mucha probabilidad, la más destacada (des)información de la opinión pública sobre el supuesto éxito alcanzado por el peledeísmo.

Por ejemplo, la gobernación del Banco Central grita a los cuatro vientos que de enero a septiembre del corriente año 2005, en relación con igual lapso del año pasado, dicha tasa se encaramó a 7,25%, debido a los brincos espectaculares de los sectores comunicaciones (25,5%) y comercio (19,0%), pero en realidad calla que tales variaciones no responden a la verdad monda y lironda, puesto que habría que apearlas respectivamente a 2,6%, 3,2% y 4,2%, considerando sólo las deformadas ponderaciones de los sectores aludidos contra el producto bruto en 2004.

La falsificación de los datos del Banco Central, sobre el desenvolvimiento del PBI, se puede detectar sin dificultad en el “Informe de la economía dominicana”, enero-septiembre 2005, si se toma en cuenta lo siguiente: abultamiento del componente, el valor agregado, por encima del todo, el valor de venta sectorial: relación de cuatro a uno entre valor agregado e ingreso bruto en comunicaciones; confusión entre valor agregado real y valor agregado nominal: igualación de ambos en  el comercio, a pesar de que la inflación midió 6,13%; inflamación de las gravitaciones de los sectores productivos con relación al PBI, sin argumentación y anotación de coeficientes distintos: trayectoria de triplicación de la ponderación de comunicaciones en cinco años e información confusa en 2004; y difusión de datos sesgados, a sabiendas de que éstos no se corresponden con otros similares publicados por otras dependencias estatales o asociaciones patronales: contradicciones evidentes sobre informaciones sectoriales entre, por una parte, el Banco Central y, por la otra, la Dirección General de Impuestos Internos -DGII-, en el caso del comercio; el Instituto Dominicano de telecomunicaciones -Indotel-, en el caso de las comunicaciones; y la Asociación Nacional Hoteles y Restaurantes -ASONAHORES-, en el caso de hoteles, bares y restaurantes.

El viciamiento de la colecta de datos y la falta de confiabilidad de las informaciones publicadas por el Banco Central sobre indicadores y variables económicas y financieras no son prácticas malsanas de corta data, sino de hace muchos tiempo.

En tal sentido, basta recordar como muestra que Julián Serrulle, dirigente del PLD y ex-director del Instituto Dominicano de Seguros Sociales -IDSS- reveló que “en 1998 había advertido a Leonel Fernández sobre la falsedad de los datos que suministraba el Banco Central que reflejaban un crecimiento económico irreal y le pidió que cancelara a esos funcionarios” (Listín Diario, 8 noviembre 2000) y, además, que Jorge Ramírez, presidente de Verizon, precisó que el comportamiento en los primeros nueve meses de 2005 del sector de las telecomunicaciones a precios corrientes había “crecido en un 9 por ciento” (El Caribe, 26 octubre 2005).

Ante estos hechos, no se puede menos que reclamar a la Presidencia de la República que designe una comisión investigadora con el claro propósito de rendir un informe pormenorizado sobre estas prácticas lesivas al conocimiento objetivo de la realidad y al derecho de acceso a la información, así como a las cámaras congresionales que aprueben una nueva ley sobre la institucionalización del sistema nacional de recolección, tabulación, archivo y difusión  de datos y documentos, cuya responsabilidad recaiga sobre la Dirección General de Estadísticas -DGE-.

Esta aprobación congresional implicaría a su vez el traspaso de los recursos materiales y personales, funciones y facultades, relacionados con elaboración de informaciones, del Banco Central a la DGE, puesto que el país no puede ni debe admitir que los deseos reeleccionistas e intereses antinacionales de la gobernación se sobrepongan a la institucionaliadad de los organismos estatales y la tabulación de datos ciertos. 

En verdad, mientras más se revuelca la producción bruta intetrior por cabeza en el pantano de la depresión en los últimos tres años, entre -1,0% y +1,0%, mucho más patalea la gobernación del Banco Central, maquillando las cifras macroeconómicas, cantaleteando su fallido programa objetivo-inflación e impidiendo un debate profundo sobre las causas de la debacle económica y bancaria y las acordes alternativas de solución a corto y mediano plazo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas