El desenvolvimiento social de los dominicanos, según sus orígenes sociales, ha adquirido una alta importancia sociológica, indispensable para entender el accionar de los protagonistas en sus áreas de gravitación humana destinada a forjarse su futuro.
Y es curioso de cómo las clases sociales se reparten las actividades productivas de manera que exista una especie de valladar, no definido, en donde cada quien busca su propio espacio con el objetivo que en un momento dado pudieran atravesar la invisible línea divisoria de las clases.
La evolución de la sociedad dominicana, marcada por la vital importancia de las inmigraciones europeas y de medio oriente, ha sido dolorosa y triste, que ya, en pleno siglo XXI, no termina de definirse por estar en constante transformación a medida que más recursos están disponibles para todos.
En la escala inferior de las clases, aquella rural o urbana de bajos ingresos, sus integrantes, con escasa escolaridad o muy deficientes, buscan sacudirse de la pobreza enfocándose hacia el mercado de trabajo laboral de pocos requerimientos técnicos. Si en sus hogares son muy piadosos, muchos de los hijos se ven estimulados a abrazar la vocación religiosa. Por eso vemos que en la actualidad el clero dominicano y hasta el extranjero que viene al país, tiene el origen de sus miembros en hogares de la clase campesina o urbana de barrios pobres, pero muy honestos y piadosos. Ahí no se destacan en abrazar la vocación sacerdotal a los jóvenes provenientes de clase media y alta.
Otro segmento social de la clase baja se inclina por engancharse a las fuerzas armadas y a la policía nacional, y en su composición contribuyen, sin darnos cuenta a que muchos, al verse portando legalmente armas de fuego, y por el sector de dónde proceden, caen en la delincuencia, deshonrando su uniforme y su juramento de lealtad a la Patria.
En el caso anterior existen las excepciones de los hijos de militares, ya encumbrados por sus estrellas a una elevada clase social por el monto de sus fortunas, que abrazan la carrera militar y muchos se destacan en una brillante hoja de servicio, pero otros por sus cercanías a fortunas amasadas al amparo de sus estrellas, deshonran el uniforme.
En las clases deportiva y artística vemos de cómo se destacan los jóvenes talentosos de origen muy humilde y desarrollan carreras brillantes, que le permiten ir alcanzando nichos sociales donde comparten con aquel sector social muy elevado, con sus fortunas logradas en negocios y empresas industriales o agropecuarias de envergadura.
El sector que menosprecia el sacerdocio, a los militares, a los atletas y artistas, tienen la oportunidad de encauzarse por profesiones liberales o empresariales aquí o en el extranjero, para dedicarse a dirigir empresas o ser excelentes profesionales del derecho, la medicina y la ingeniería. Empresarialmente hacen acopio de riquezas, y en sus santuarios inviolables sienten las arremetidas de los otros sectores, que gracias a sus talentos y habilidades físicas, tratan de codearse con aquellos que alguna vez le limpiaban los patios o eran simples mensajeros.
Los políticos, como clase, es una mezcla multicolor de las ambiciones de todas las clases sociales, desde las más pobres con poder de hacerse sentir, que les permiten más luego frecuentar los exclusivos salones de los clubes aristocráticos para disfrutar de los buenos vinos y mejores manjares.