Que me perdonen los juristas porque no pude leer integralmente la nueva Constitución 2010 que regirá los destinos de la Nación y de la ciudadanía a partir de ahora. Sin embargo, no por eso deja de intrigarme y si es tan buena como lo dicen sus mentores, algo debe decir sobre concesiones y propiedad de bienes inmuebles por capitales extranjeros, porque casi todas, en el mundo, prevén algunas reglas del juego hasta restricciones a pesar de las desregulaciones estatales propias al modelo neoliberal. Son muchos los ejemplos encontrados.
En Argentina, el proyecto de ley ingresado el 8 de mayo de 2009 propone que una persona física o jurídica extranjera no puede obtener más del 2 por ciento de territorio de una provincia o del 10 por ciento de una comuna. Limitaciones semejantes existen en Brasil, donde un extranjero no puede poseer más del 25 por ciento de las tierras municipales.
En El Salvador, donde el artículo 109 de la Carta Fundamental establece que la propiedad de los bienes raíces rústicos no podrá ser adquirida por extranjeros en cuyos países de origen los salvadoreños no tengan iguales derechos. Así ocurre también con las legislaciones de Corea del Sur, de Dinamarca, de Irlanda, de Noruega, de Suiza y de Haití que prohíben o restringen fuertemente a los extranjeros la compra de tierras y/o la enajenación de parte del territorio.
¡Debe preocupar la cantidad de concesiones otorgadas a empresas extranjeras que suman miles y miles de tareas en todas las cordilleras del país sin pasar por el Congreso y gozan de exenciones, otras que con un subterfugio jurídico aparecen como subsidiarias criollas y gozan de más libertades como ocurrió con Placer Dome y Barrick-Dominicana, constituida como Pueblo Viejo c. por a., otras son extranjeras como sus capitales pero adquieren la nacionalidad dominicana y compran lo que queda de la región Este! ¿La nueva Constitución será retroactiva? Volverá a conocer el lesivo contrato firmado entre el Estado y la Barrick? ¿Revisará y ratificará las ventas de tierras del Este? De esas respuestas, dependerá en gran parte, el calificativo de buena que algunos adulones se precipitaron en dar a esa Nueva Constitución.