Los acontecimientos económicos, políticos y sociales de este  mes de noviembre son reveladores de  la naturaleza real de la maquinaria de poder instaurada en el país por Leonel Fernández, sus socios del PLD y compartes, a partir del año 2004, así como  del proceso de descomposición del mismo, fruto de las contradicciones de esta y del crecimiento de la conciencia social de sus sectores más lúcidos y de los grupos preteridos, victimizados  por sus prácticas de gobierno y de enriquecimiento ilícito.

Así, la creciente ola de disgusto de la población, acelerada por  los informes de las entidades nacionales e internacionales sobre la situación política y social que padece el pueblo dominicano,  se ha visto reforzada por el paquetazo tributario y las denuncias internas e intencionales acerca de la corrupción.

Leonel y algunos de sus colaboradores son personas con capacidades indudables en la manipulación política, la comunicación social y la búsqueda de oportunidades de enriquecimiento que puestas al servicio del país  hubieran redundado en un ciclo de prosperidad y democracia para los dominicanos.

Desgraciadamente, esas capacidades han sido utilizadas largamente para organizar una verdadera cleptocracia (gobierno de ladrones), quienes se han constituido en una oligarquía insaciable que ha hipotecado el futuro económico y los recursos naturales del país en su beneficio, ha corrompido o proletarizado a gran parte de las clases medias y condenado a la marginalidad y la desesperación a los trabajadores del campo y la ciudad.

Ahora que todo se va viendo claro, que los jóvenes grupos cívicos, empresarios, líderes comunitarios, el FMI, el gobierno norteamericano y los organismos internacionales van cobrando conciencia de la magnitud del fraude que ha  sido el gobierno de Leonel Fernández para los intereses nacionales.  Ahora que todo parece irse a la ruina sin que haya fuerzas organizadas capaces de detenerlo a corto plazo; salen Leonel y su camarilla a tratar de esconder el sol con un dedo, hablando  de conspiraciones y manipulaciones en su contra, y tratando de detener el repudio colectivo con un “divertimento” a  base de discursos mendaces y desfiles con “peregrinos” comprados y tristes   grupos oficialistas con funcionarios, sus guardas,  empleados y grupos de “buscapesos” que se encargan  de informar lo que reciben a cambio de sus acciones.

La más flagrante y lamentable de las contradicciones que  hay en  un partido que simboliza la corrupción a la  frustración colectiva y un gobierno que pretende diferenciarse de alguna manera de su pasado  ominoso, son la declaraciones del gobernador del Banco Central, desmintiendo una de las muchas falsedades del expresidente en su último discurso; y las declaraciones diametralmente opuestas del presidente del Senado, Reinaldo Pared, calificando de conspiración desestabilizadora las actividades de repudio al expresidente y su gobierno; y las que hace su hermano y ministro de las Fuerzas Armadas, Sigfrido Pared, quien consideró normales y pacifistas las protestas; para no hablar de que al mismo gabinete económico que regenteó el desastre financiero de las administración Fernández ahora guarda distancia y reconoce la grave situación que se padece y que el propio FMI pudo comprobar .

¡Ojalá que el país no siga padeciendo más consecuencias de la administración irresponsable y cleptocrática  que nos legó Leonel Fernández.