POR CLAUDIA HERNÁNDEZ DE ALBA
El Nuevo Testamento afirma que la verdad del cristianismo se sostiene o cae según lo haga la resurrección de Jesús. El apóstol Pablo afirmó: Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que Él resucito a Cristo
y si Cristo no resucito, vuestra fe es vana, aun estáis en vuestros pecados
Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres (1 Corintios 15:14, 15, 17, 19).
Una objeción común al hecho de la resurrección es que las narraciones de los cuatro evangelios contienen contradicciones irreconciliables. Si los cuatro relatos se pusieran en columnas paralelas, saltarían a la vista varias diferencias aparentes. Sin embargo, estas diferencias aparentes confirman al fin la veracidad de estos relatos, antes que refutarla. Si los cuatro evangelios dieran con exactitud la misma historia, en el mismo orden, con los mismos detalles, eso despertaría nuestras sospechas. También podríamos preguntarnos por que los cuatro escritores no se limitaron a firmar con su nombre como coautores de un solo relato. Es obvio que ese no es el caso. Ninguno de los cuatro evangelios da todos los detalles de lo ocurrido. Mateo es el único escritor que registra la primera aparición a las mujeres, mientras que sólo en Lucas encontramos el relato de los dos discípulos camino de Emaus. La aparición a María Magdalena se omite en Mateo y Lucas. Sólo Juan registra la aparición de nuestro Señor en el aposento alto cuando Tomas estaba ausente, y la aparición en el mar de Galilea.
Esta muy claro que todos los evangelios se refieran a Jesús de modo diferente. Esto es lo que deberíamos esperar. No hay cuatro testigos (ni reporteros de noticias), que sean testigos de una serie de acontecimientos, y los describan exactamente del mismo modo, detalle por detalle. Si así fuera, habría un obvio complot.
Si las diferencias tuvieran que ver con los puntos principales de la historia, entonces se justificaría la duda, pero cuando hay acuerdo sobre los puntos salientes en cada testigo, las diferencias insignificantes añaden validez a la historia en vez de quitársela. Debe observarse también, que ninguno de los detalles contradice de plano a ningún otro, sino que de modo plausible se correlacionan para dar un cuadro mayor. Las variaciones en detalle que los diferentes escritores decidieron incluir en las narraciones consisten en cosas incidentales que de ninguna manera ponen en peligro la trama principal de la historia.
Una de las aparentes contradicciones que molestan a las personas se refiere a la hora en que las mujeres fueron a la tumba, presentada de modo diferente por Juan y Marcos. El relato de Marcos dice que las mujeres fueron a la tumba a la salida del sol, mientras que Juan declara que Maria Magdalena llego a la tumba cuando todavía estaba oscuro. Esta dificultad se resuelve cuando se tiene en cuenta que las mujeres tenían que caminar una buena distancia para llegar a la tumba, pues se quedaban en Jerusalén o en Betania. Estaba oscuro cuando salieron del lugar en que estaban, pero cuando llegaron a la tumba el sol comenzaba ya a brillar. Por eso, Marcos habla de la llegada, mientras que Juan se refiere a la partida de ellas.
El tema que ha generado más discusiones se refiere a los Ángeles que estaban en la tumba de Jesús. Mateo y Marcos relatan que un ángel les hablo a las mujeres, mientras que Lucas y Juan dicen que había dos Ángeles en la tumba. Esto parece una discrepancia, pues Mateo y Marcos hablan de un ángel, mientras Lucas y Juan mencionan dos. Sin embargo, Mateo y Marcos no dicen que había solo un ángel en la tumba, sino que un ángel habló a las mujeres. Esto no contradice a Lucas y a Juan, pues Mateo y Marcos especifican que un ángel hablo, pero no dicen que hubiera solo un ángel presente o que solo un ángel hablara. Es muy posible que uno de los Ángeles fuera el portavoz de los dos, y entonces se le dio énfasis a él. No hay que suponer una contradicción.
Aunque informen algunos de los detalles de modo diferente, los evangelios concuerdan en los puntos principales. Los relatos están en armonía en cuanto al hecho de que Jesús murió y fue enterrado; que los discípulos no estaban preparados para su muerte, sino que estaban confundidos por completo; que la tumba estaba vacía el día de Pascua por la mañana; que la tumba vacía no convenció a los discípulos de que Jesús había resucitado; que María pensó que el cuerpo había sido robado. Los discípulos proclamaron la historia de la resurrección en Jerusalén, en el lugar donde Jesús había sido crucificado y sepultado.
Si se consideran juntos todos estos hechos, constituyen un argumento poderoso a favor de la validez de la historia de la resurrección. El venerable erudito Wilbur Smith decía lo siguiente acerca de las diferencias entre relatos de la resurrección y las partes en que los evangelios están de acuerdo.
En estas verdades fundamentales, no hay contradicciones en absoluto. Las llamadas variaciones de las narraciones son solo los detalles que tenían impresos con mas claridad en la mente los testigos de la resurrección de nuestro Señor, o los escritores de estos cuatro evangelios.
El examen mas critico y detallado de estas narraciones a través de los tiempos nunca ha destruido su poderoso testimonio de la verdad de que Cristo si resucito de los muertos al tercer día, y fue visto por muchos, y nunca podrá hacerlo.
(The Supernaturalness of Christ, [La Supernaturalidad de Cristo], W. A. Wilde Company, 1954, p. 205)