Las crisis en RD: de lo fiscal a lo monetario

Las crisis en RD: de lo fiscal a lo monetario

La República Dominicana cerró el año 2003 con un decrecimiento del PIB equivalente a -0.4%, una inflación de 42.66%, una devaluación del peso superior al 100%, prolongados apagones y dificultades en el transporte público por falta de combustibles para movilizar a las unidades de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA).

A este panorama hay que añadir las elevadas tasas de interés, la caída del sector de la construcción y el cierre de numerosas empresas y comercios, con el consecuente aumento del desempleo.

Estos problemas se vieron agudizados durante los primeros dos meses del presente año y salvo el suministro de energía eléctrica, los demás han seguido empeorando, a pesar de las medidas anunciadas por las autoridades para enfrentar los problemas y de la firma de un acuerdo stand by con el Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, si se comparan los resultados de la economía dominicana durante el 2003, con los del 1990, cuando los dominicanos sufrimos una aguda crisis económicas, la de ahora puede parecer menos grave.

En el 1990, también año electoral, el doctor Joaquín Balaguer logró la reelección en medio de una economía que terminó con un decrecimiento de -5.4%, una inflación de casi 80%.

Ese año, además, los dominicanos tuvieron que hacer extensas filas en las estaciones de combustibles, debido a que no había ni para los vehículos del servicio público ni para los privados y también había desabastecimiento generalizado de productos de consumo básico, tanto de producción local como el azúcar, como de importados. Es decir, la gente podía tener el dinero en la mano, pero no había qué comprar.

En cuanto a la devaluación fue muy elevada, ya que la tasa de cambio del dólar pasó de poco 3.07 en 1987 a 6.97 pesos en 1989, y al finalizar el 90 a 13.42 pesos por dólar, los apagones eran lo cotidiano y el suministro de energía, esporádico, salvo en algunos barrios privilegiados.

Como ocurre ahora, la crisis se manifestó también durante los primeros meses del 1991, a pesar de las medidas adoptadas por las autoridades, pero, a final de ese año, ya muchos problemas habían sido superados, especialmente la inflación que bajó a poco más de 7%.

De lo fiscal a lo monetario

Transcurridos 14 años desde la crisis de los 90, que comenzó en la última mitad de la década de los 80, pocos recuerdan lo que pasó entonces, enfrascados en lidiar con los problemas económicos que actualmente nos afectan.

El economista y ex vice gobernador del Banco Central Luis Manuel Piantini, explica que la crisis del 90 tuvo su origen en un mal manejo fiscal, que se enfrentó a política de reducción de gasto y aumento de los ingresos. En cambio, la crisis actual tiene un origen financiero.

El doctor Balaguer se olvidó de su política de equilibrio fiscal y austeridad que mantuvo durante sus primeros doce años de gobierno y se embarcó en un gran programa de construcción financiado con recursos internos, recurrió a los inorgánicos y dejó de pagar la deuda externa. A pesar de lo cual el Banco Central se quedó sin reservas.

El propio Banco Central reconoce en sus memorias correspondientes al 1990, que el programa de construcción del gobierno generó desbalances fiscales y monetarios que aunados a la agudización de la crisis energética, producto de problemas técnicos y financieros en la CDE, provocaron una recesión que generó una caída en la producción interna de 5.4%.

Contribuyó también la caída en los precios de los productos de exportación y la falta de acceso al crédito internacional, por la falta de pago de los compromisos externos.

Al problema de la tasa de cambio contribuyó también el envío al mercado privado de las importaciones petroleras, producto que por demás se encontraba a precios elevados en el mercado internacional. Los precios internos se dispararon y la gasolina pasó de 3.60 pesos en el 1988, a 6 pesos en el 89 y a 20 pesos el galón en 1990.

Para enfrentar la situación, el gobierno bajó considerablemente la inversión pública aprobó una reforma fiscal y arancelaria para aumentar los ingresos y mejorar la distribución, eliminó los subsidios y se aplicó una política monetaria restrictiva, encareciendo el dinero para reducir también el gasto privado.

Los sueldos se elevaron, fijando el mínimo en 650 pesos, desde los 400 pesos vigentes desde abril del 1988, se exoneró del Impuesto sobre la Renta a quienes ganaban hasta mil pesos mensuales y se eliminaron los impuestos a las medicinas patentizadas y genéricas.

En ese período se comenzó a estimular al sector privado para que invirtiera recursos en la producción de energía eléctrica.

El año 1990 cerró con un superávit fiscal de 367.4 millones de pesos.

En cuanto a la balanza comercial registró un saldo negativo, a pesar de que las importaciones se redujeron en más de 60 millones de dólares, debido a la caída en 76 millones del valor de las exportaciones.

Crisis monetaria

La crisis del 2003 tiene su origen, según explica Luis Manuel Piantini, en el sector monetario, agudizado por la falta de credibilidad sobre la posibilidad de que las autoridades puedan restablecer la economía.

Ahora, las políticas restrictivas adoptadas por las autoridades monetarias están aumentando el déficit cuasi fiscal. Aunque el gobierno firmó con el Fondo Monetario Internacional un acuerdo que le obliga a ajustarse y que, en principio, ha logrado detener la tendencia alcista de la tasa de cambio que lleva varias semanas algunos puntos por debajo del 50.

Sin embargo, en el 2003, que es el año de comparación, la tasa de cambio finalizó por encima del 55%, la inflación en más de 42%, el PIB en -0.4%, una caída en las importaciones generales de 10%, y de un -15.6% en las importaciones de bienes, a pesar de lo cual la balanza comercial cerró con un déficit de 33.5%.

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