Las crisis internacionales se multiplican para Obama

Las crisis internacionales se multiplican para Obama

Washington.  La evacuación de la embajada en Libia es el último capítulo de crisis sin resolver para la Administración del presidente estadounidense, Barack Obama, criticado por ser poco contundente a la hora de abordar los conflictos en Ucrania, Siria, Irak o Gaza.   A dos semanas de que comiencen sus vacaciones de agosto, el presidente tiene varios frentes abiertos en política exterior, un punto débil que ha sido explotado por los republicanos y podría ampliarse por la falta de resultados de su política no intervencionista.

La escalada militar en las zonas separatistas prorrusas, donde Rusia supuestamente ha estado enviando armamento, es un varapalo para la política de sanciones de la Casa Blanca contra el círculo cercano del presidente ruso, Vladímir Putin, por apoyar a las milicias rebeldes.

Mientras Putin disfruta de unos índices de apoyo en máximos históricos, el 56 % de los estadounidenses está decepcionado con el manejo de la política exterior por parte de Obama, de acuerdo con una encuesta del canal Fox News de esta semana.   Según el Pentágono, Rusia está incrementando su respaldo a los rebeldes ucranianos que, para complicar aún más la situación, son los principales sospechosos para Estados Unidos del siniestro del avión de Malaysia Airlines el pasado 17 de julio, con 298 personas a bordo.

Los combates en la región este ucraniana de Donetsk, donde se produjo la tragedia, se han incrementado en las últimas horas, lo que ha obligado a suspender la labor de investigadores internacionales en la zona del accidente.   Las nuevas sanciones impuestas por Obama contra Rusia la semana pasada no parecen haber amedrentado al Ejército ruso, que según la inteligencia estadounidense ha bombardeado desde su lado de la frontera posiciones ucranianas y está preparando el envío de artillería pesada a los rebeldes.

El senador republicano Lindsey Graham, ha bautizado a Obama como “el rey de la indecisión” por la incapacidad de la Casa Blanca de imponer su doctrina de seguridad en el exterior y por abandonar el papel de Estados Unidos de “ser el pegamento que mantiene el mundo de una pieza».

Expertos y columnistas políticos critican a Obama por fiarse demasiado de su perfil de académico y considerar que el menor intervencionismo de Estados Unidos mejoraría la situación en países en transición, desde Irak hasta Ucrania.

“No podemos ni debemos resolver todos los problemas del mundo, para ello lo que tenemos que hacer es profundizar las relaciones con nuestros socios”, afirmó este sábado la portavoz adjunta del Departamento de Estado, Marie Harf, a propósito de estas críticas.   Además de Ucrania, la Casa Blanca se enfrenta con frustración al aumento de víctimas palestinas por la incursión israelí en Gaza, que ha dejado ya más de 1.000 muertos, la mayoría civiles.   El secretario de Estado, John Kerry, que pasa últimamente más tiempo en aviones que en su despacho de Washington, trabaja ahora en París para conseguir mediar en un alto el fuego de al menos una semana entre Hamás e Israel.

Pese a expresar el derecho de Israel a defenderse de los lanzamiento de cohetes de Hamás, Obama se ha mostrado contrariado por el gran número de víctimas civiles que está causando la operación militar “Margen Protector».   En Irak, las milicias suníes del Estado Islámico, siguen consolidando su territorio a las puertas de Bagdad, mientras que los partidos políticos iraquíes no acuerdan quién sustituirá al primer ministro, el chiíta Nuri al Maliki, para poner de lado las divisiones sectarias que amenazan la unión del país.

Por si fuera poco, pese a las promesas de aumentar la ayuda militar a la oposición moderada en la guerra civil siria, la comunidad internacional asiste a una de las semanas más sangrientas del conflicto.

El presidente sirio Bachar al Asad está aprovechando las divisiones entre las milicias opositoras para ganar terreno tras tres años de guerra en los que ha contado con el apoyo de Irán y Rusia.   El último episodio de las aspiraciones de democracia y estabilidad rotas para Obama se está dando en Libia, donde la salida este sábado de todo el personal de la embajada de Trípoli por la violencia entre milicias pro y antigubernamentales pone en serias dificultades los intentos de Estados Unidos de pacificar el país tras la muerte de Muamar al Gadafi.

Libia se ha convertido en una patata caliente para Obama desde la muerte, en septiembre de 2012, de su embajador en el país, Chris Stevens, que alentó a los republicanos a centrar más sus críticas en la política exterior del presidente.

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