Las críticas

Las críticas

Virginia Pardilla, directora MLC School.

Para hablar de un tema delicado, que en la cotidianidad suscita malos entendidos y resistencias, tal como es el de las críticas,  debemos separarlas en dos y hacer una diferenciación desde el principio entre las críticas constructivas,  que  por lo generar se expresan  de frente y con la intención de ayudar a crecer;  y las críticas destructivas,  que suelen ser de espaldas a las personas y  atentan contra  la autoestima de la misma, sobre todo si las dirige alguien estimado por la persona criticada,  ya que por lo general este tipo de críticas suelen enfocar y magnificar los defectos de quien se habla.

Ante una crítica, es usual que el primer impulso tenga el objetivo de defendernos, y puede ser que tardemos antes de distinguir qué tipo de crítica es, y si se trata de una que nos ayuda a crecer.

Las críticas constructivas se caracterizan por ser hechas en amor, cuidando la forma, respetando los sentimientos de la otra persona, cargada de objetividad; y aunque en primera instancia las rechacemos, con el tiempo podemos comprobar que éstas nos ayudan a superar errores, y en algunas ocasiones incluso ayuda a afianzar el propio punto de vista, si el resultado de un análisis objetivo de la crítica constructiva indica la persona que hizo no está en lo cierto.

Un tipo importante de crítica constructiva, corresponde a las autocríticas, que no son más que la capacidad de autoanalizar nuestras acciones, errores y fortalezas. Es imposible crecer sin autocrítica o autoanálisis, todos debemos aceptar los errores para poder enmendarlos y reconocer las fortalezas para apoyarnos en ellas ante la necesidad siempre presente de superarnos. La autocrítica puede darse incluso en el contexto de un diálogo con uno mismo, en el que internamente ponderamos los diferentes puntos de vista a los que podemos tender sobre un mismo tema.

La autocrítica positiva se reconoce en que nos ayuda a crecer, a diferencia de la que viene cargada de pensamientos negativos, culpas, exageraciones de los propios errores y cualquier otra conducta o actitud con la que inconscientemente vamos dibujando un cuadro distorsionado de nuestro autoconcepto, poniendo en juego el conocimiento propio y la percepción adecuada y realista.

Es usual que las autocríticas destructivas se den en condiciones de baja autoestima, y también es frecuente que las personas que se autoevalúan de esta manera, también tengan opiniones inadecuadas acerca de otros, pues la forma de criticar o autocriticarnos está muy relacionada con el modo en que vemos la vida. Sembrar un estilo de autocrítica negativo, puede llevarnos a ser una persona inflexible, difícil de tratar, con tendencias patológicas tal como el juicio compulsivo, la culpabilidad, la implacabilidad psicorígida, y las dificultades para perdonar a otros y a sí mismo.

La práctica de análisis personal, cuando es bien dirigida, se destacaba por el hecho de que nos lleva a madurar, cambiar conductas o actitudes por otras más asertivas, sin poner en riesgo la autoestima, la aceptación personal y las emociones equilibradas con que debemos tratarnos a nosotros mismos.

Detenernos en nuestro camino, para hacernos autoanálisis que nos lleven a recapacitar es muestra de madurez.  Lo importante es saber cómo hacerlo, teniendo un juicio crítico sobre tus propios comportamientos y asumiendo el compromiso de cambiar.  En cambio, y a pesar de que muchos perciben la autocrítica como algo negativo, cuando es adecuada y equilibrada, ésta es indispensable para el crecimiento personal; alguien que nunca reflexione sobre su accionar, tendrá dificultad para asumir sus errores y responsabilizará a otros por sus acciones.

Por otro lado, enfrentarnos a las críticas destructivas muchas veces no es fácil, pues dependiendo de la cercanía que tengamos en la relación con la otra persona, este tipo de críticas laceran el alma, ya que la mayoría de ocasiones vienen cargadas de malas intenciones, y a veces están infundadas o basadas en hechos que han sido tergiversados. En estos casos, lo más complejo es la carga emocional con que están impregnadas

Sin embargo, si hemos recibido críticas destructivas, lo importante es levantarnos después de la posible herida o decepción que esta implica. Siempre tenemos la oportunidad de salir fortalecidos, comprendiendo a la vez que hay una escasa probabilidad de que pasemos por esta vida sin recibir críticas destructivas en diversos momentos. Por eso es de mucho valor aprender a manejar la frustración y mantener la calma.  Lo importante es saber que las personas que han hecho de éstas un hábito, quizás no deben formar parte de nuestro círculo íntimo, aunque esto implique tomar la decisión de aplicar cambios en una vieja relación, lo cual, aunque es difícil, también nos ayuda a crecer.

Otro tanto ocurre, si recibimos una crítica de frente y hecha con la intención de ayudarnos a crecer. En estos casos es importante saber escuchar lo que nos dicen, analizar el punto de vista del interlocutor, reconocer los puntos positivos y hacer un esfuerzo por disminuir la negación o la actitud defensiva. La escucha reflexiva puede ayudarnos a discernir qué de lo que escuchamos es real, bien fundamentado, y qué cambio debemos aplicar a partir del nuevo aprendizaje.

Las críticas constructivas que emiten otras personas acerca de nosotros, nos ayudan a ver desde otra óptica un aspecto que quizás no habíamos podido visualizar con facilidad, pues muchas veces es difícil tomar perspectiva con relación a nosotros mismos; en estos casos, la crítica constructiva resulta ser una mano amiga.

Algunos factores que pueden ayudarnos a determinar si una crítica es constructiva o no, son identificar quién es la fuente de la crítica y tratar de discernir la intención de la misma, a partir de la forma en que fue dirigida.

Aquí les dejo algunos consejos para aceptar las críticas:

  • Escuchar atentamente hasta el final para lograr discernir y reflexionar si las críticas son constructivas o destructivas.

 

  • Aplicar nuestra capacidad de autoanálisis para reconocer los aciertos y desaciertos.

 

  • Tener una actitud positiva frente a los errores, de modo que en lugar de generar culpa o vergüenza estos nos posibiliten un cambio para mejorar.

 

Mantener una apertura al diálogo y reflexionar sobre las acciones o hechos para poder accionar en un cambio. La autora es psicóloga y educadora, directora y fundadora de MLC SCHOOL  Twiter: @MLC.

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