Las cuatro patas de la agropecuaria

Las cuatro patas de la agropecuaria

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
En una ocasión el presidente Balaguer expresó que el mejor Secretario de Agricultura era la lluvia y los campesinos le agregan, que el agua paga sus daños. Podría decirse que acertó a medias, porque la lluvia en exceso ocasiona tanto daños como la sequía. Si el hubiese dicho el agua, entonces si hubiera dado en el clavo. El mismo doctor Balaguer empezó con el programa destinado al desarrollo de la agricultura mediante la instauración del sistema de presas de doble propósito; de una parte, para producción de energía eléctrica y la otra, para alimentar los canales de riego necesarios para mojar las tierras llanas que después de niveladas por el proceso láser, han permitido una producción de arroz que hoy llega casi a la autosuficiencia.

El agua en consecuencia, se convierte en la primera pata esencial para que la agricultura y todo lo ligado a la producción agropecuaria tenga probabilidades de éxito. Con la aplicación de nuevas tecnologías en los sembradíos, se ha llegado a racionalizar aún más este elemento esencial con la instauración del método por goteo, que aporta una gran economía del líquido vital.

La segunda pata podría considerarse la extensión. Esto implica la educación masiva de los productores agropecuarios para que conozcan con mayor profundidad los elementos y las técnicas que inciden en una mayor productividad y mejoramiento de la calidad de los alimentos, asegurándole una rentabilidad al cosechero. Estas tecnologías, a veces debe ser importada de países que han tenido éxito lo cual le ahorra a los productores locales tiempo y dinero. Entonces, lo deseable es traer expertos o contratar especialistas locales que han estudiado en el extranjero. Los expertos extranjeros bien pueden venir en intercambio o por cooperación de gobiernos amigos.

Una tercera pata, posiblemente la segunda en importancia es la seguridad que implica la garantía de parte del Estado Dominicano del derecho de propiedad. En nuestro país se da el caso, de que muchos invasores de terrenos lo hacen con impunidad debido al apoyo que obtienen de políticos encumbrados. Esta inseguridad, es la culpable de que el capital extranjero a veces se encuentra renuente en invertir en la agropecuaria en nuestro país. Evidentemente, que este ha sido un factor negativo en un país ávido de recursos frescos para el agro sobre todo, si se tiene en consideración que la banca local ha sido proclive a rechazar proyectos por el alto riesgo que implica su desarrollo final, al tener que enfrentar situaciones de fuerza mayor, como son los ciclones, tornados, sequías y hasta estaciones de lluvias prolongadas, que como señalamos al principio, han provocado graves daños a los sembradíos.

Garantizar el legítimo derecho de propiedad por parte del Gobierno de turno es esencial para una sana política de producción dirigida, en la cual se proteja la cosecha para su posterior mercadeo. Ha habido ocasiones, en las cuales vándalos organizados han destruido cosechas en vías de recolección y las autoridades se han hecho de la vista gorda.  Esto ha motivado grandes pérdidas y abandono de proyectos que pudieron ser planes pilotos para el país.

La cuarta pata son los recursos económicos. Desarrollar un proyecto a mediano o largo plazo implica una cuantiosa inversión inicial que muchos productores agropecuarios no disponen. Sólo con la garantía de lograr un financiamiento blando con período de gracia y a un plazo que permita obtener ganancias en las primeras cosechas, se puede embarcar un productor en un determinado desarrollo. Si los intereses son elevados y los plazos cortos, de seguro se perderán, no sólo la inversión, sino también la propiedad si se ha efectuado contra un préstamo hipotecario.

El Estado Dominicano ha elevado la cartera del Banco Agrícola, mas la misma no es suficiente ni siquiera para financiar la cosecha arrocera. Por tal motivo, se necesita que otras instituciones, sean públicas o privadas se involucren en financiar proyectos específicos destinados a mejorar la calidad y cantidad agroalimentaria del pueblo dominicano.    

El Estado Dominicano debería aunar esfuerzos con el sector privado para garantizar la viabilidad de nuestro sector primario y  que así se cumpla la máxima distintiva de la Junta Agroempresarial Dominicana: “sin agricultura no hay comida y sin ella no es posible la vida humana”.

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