Las cuatro virtudes cardinales en los tiempos de ¨Cólera¨

Las cuatro virtudes cardinales en los tiempos de ¨Cólera¨

Esta entrega está dirigida a los proteolíticos líderes que aspiran a dirigir las diferentes instancias políticas y sociales del país.
1-PRUDENCIA.
Sin importar que fueras un académico ilustrado o un narco que domina un barrio, deberías sopesar tus acciones, sobre todo cuando afectas a terceros que te circundan.
La prudencia no es un ¨don divino¨ si no un ejercicio cotidiano basado en el conocimiento costumbrista y el accionar emocional de las personas. Este ¨ejercicio¨ demanda una actitud proactiva y decidida, que enmarque nuestras emociones, dentro del paradigma de la honestidad y la consagración al servicio desinteresado comunitario.
La prudencia jamás deberá ser el corolario del miedo. Por el contrario, debe de ser una manifestación de valor y gallardía, en los ¨tiempos de cólera¨.
2-TEMPLANZA
Contrario al significado erótico que la palabra refleja dentro del juglarismo cubano, esta virtud nos ubica dentro del cuadrilátero de la vida, donde el Torero somos nosotros, el Público es la Sociedad y la Arena es el Estado.
La templanza NO es solo una virtud: Es una actitud sobre la cotidianeidad que denota valentía y arrojo, al amparo de la Prudencia.
3-FORTALEZA
Aunque geopolíticamente la ubicáramos, en San Juan Puerto Rico, esta virtud, representa la determinación de hacer ¨lo que hay que hacer¨, sin tapujos ni cortapisas.
La biología humana le ha otorgado, al género humano, la fortaleza glandular para poder llevar a cabo las redenciones sociales usando la potencialización de las gónadas y los ovarios.
Esta simbiosis de la alquimia humana y la aromatización social conforman el verdadero agente de cambio de nuestros pueblos, sumidos en la más abyecta ignorancia, alimentada por un clientelismo servil y denigrante.
4-JUSTICIA
La mácula histórica de los procesos judiciales nos ha enseñado que la subjetividad es la madre de todas las decisiones: Buenas o malas.
La hipocresía estamentaria permea el ámbito jurídico hasta el punto de crear enclaves emocionales donde se exacerban las opiniones sobre un determinado proceso.
La sociedad, inculta e inédita, absorbe, cada día, esta dosis de inocuidad e incomprensión; llegando inclusive a hacer causa común con estos desaguisados morales y jurídicos.
¨La mejor Justicia es aquella que jamás se cuestiona¨, decía Diderot en sus Reflexiones Humanas, a raíz de la Toma de La Bastilla. Verdad absoluta.
Como colofón a estas meditaciones, solo tengo que decirles a esa generación de los 40/50 años que se preparen (intelectual y emocionalmente) para poder perpetuar los Idearios de Hostos, Duarte y Luperón.

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