Las declaraciones de Machinea

Las declaraciones de Machinea

JOSÉ LOIS MALKUN
El señor José Luís Machinea, Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), fue invitado por el señor Temístocles Montás para dictar un almuerzo-conferencia, con motivo del primer aniversario de la Secretaría de Economía y Planificación. 

El contenido de su exposición amerita ser analizado más allá de la noticia, porque incursiona en aspectos que los dominicanos no deben pasar por alto. De cajón y como cortesía al país que lo invita, el señor Machinea reconoce el alto y sorprendente crecimiento de la economía dominicana en los últimos tres años, aunque fue categórico al señalar que la crisis del 2003 fue causada por el colapso de tres bancos privados. Obviamente, algunos de los asistentes hubieran preferido escuchar que la crisis fue por culpa del Gobierno anterior.

Pero hay mucho más detrás de esta noticia. El expositor también señala que en este y otros países del continente hay grandes tareas por afrontar para que el crecimiento económico tenga solidez. Traducido al buen castellano, su mensaje deja explícito un fuerte cuestionamiento al crecimiento coyuntural y reconoce que si bien hay altos crecimiento en este y otros países del continente, éste dicta mucho de ser sólido y consistente.

Por ejemplo, oigan las recomendaciones comprimidas del Director de la CEPAL, para que el crecimiento sea sostenible. Primero, hay que aumentar las exportaciones de alto valor agregado; segundo, hay que fortalecer la institucionalidad; tercero, hay que aumentar las tasas de interés para incentivar el ahorro y la inversión; cuarto, hay que reducir el gasto público; quinto, hay que controlar la inflación; sexto, hay que resolver el dilema que representa la apreciación en el tipo de cambio; séptimo hay que eliminar los subsidios generalizados; octavo, hay que invertir más en educación y; noveno, hay que mejorar la infraestructura.

Usted mismo pregúntese ¿cuáles de esas recomendaciones se están aplicando en la economía dominicana? Ninguna. La institucionalidad se desprestigia y empeora día tras días. Lo del gasto público es vergonzoso y no amerita comentarios. La apreciación del tipo de cambio ya se convirtió en un arma política y no hay forma de transparentarla. La inflación, que según el Banco Central está en 8.8% en el 2007, auméntele 5% o 6% más y tendrá un valor más consistente con la realidad de los precios. La apreciación del peso, junto a una política fiscal depredadora, hace imposible aumentar las exportaciones. La educación, en franco retroceso. La infraestructura está colapsada en gran parte del país. Los intereses hay que mantenerlos bajos y negativos para evitar que aumente el cuasi-fiscal. Y en materia de subsidios, estamos malogrando 20 años de avances moderados en promover el libre mercado y el rol del Estado como ente facilitador del desarrollo.

Porque con los subsidios y los gastos superfluos que nos damos el lujo de tener, nos acercamos a un período donde nos gobierna una gran Corporación Publica, de la que dependen importantes sectores de la industria, la agricultura y el comercio, gran parte del transporte público y los servicios de agua, gas y electricidad, muchos medios de comunicación, la mayoría del empleo formal y el mejor remunerado, la refinería y la importación de petróleo, la compra de vehículos de lujo y los consumos en bares y restaurantes y como corolario, cientos de miles de afiliados al partido en el poder, que cobran con sus Tarjetas de Solidaridad. Ahora la Corporación va en camino de adueñarse de los fondos de pensiones. Y como casi todos reciben o esperan recibir algún beneficio de la Corporación, nadie opina ni cuestiona.

Simplemente, hacemos todo lo contrario a lo que recomiendan los expertos. Es como si las autoridades hubieran descubierto una nueva formula de hacer política económica violando todos los fundamentos teóricos del desarrollo de los últimos 50 años.

Solo porque crecemos a tasas de 8%, el Gobierno se cree con el derecho de violar la Constitución como si nada pasara, a desmembrar el presupuesto a su antojo, a derrochar los impuestos que pagan los contribuyentes y a burlarse de la pobreza olvidándose de su existencia. Y se dan el lujo de traer expositores de prestigio para que nos digan que crecemos mucho. ¿Y?

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