Tengo una nieta que la sabiduría no la dejó crecer mucho; recuerdo con mucho cariño que un día, cuando en nuestra familia nos comunicaron un evento que me dejó un poco pensativo, mi nieta se adelantó con mucha propiedad y mirándome fijamente me dijo, “abuelo, esas gentes no tienen juicio”. Lo que ella me quiso expresar, a pesar de su corta edad, es que hay personas que no están en su estado de sana razón.
Los hacedores de política exterior de los países de nuestra cultura occidental dan entender muchas veces que “no tienen juicio”, mejor dicho, como dicen aquí en dominicana “no cogen cabeza”. Y digo esto, pues parece que no revisan los hechos históricos pasados, de forma tal de no repetir los mismos errores añejos. Veamos.
Los Estados Unidos decidió entrar en el conflicto de Vietnam, dentro del contexto de la guerra fría, bajo la premisa de “la teoría del dominó”. O sea, que se intuía que si Vietnam caía, todo el sureste de Asia se iría por esa cañada, cayendo en manos de nuestros adversarios de entonces, el Imperio Soviético.
Recuerdo con tristeza, como si lo estuviese viendo ahora -en abril de 1975- un helicóptero volando sobre el techo de nuestra embajada en Saigón, evacuando al personal de la misión diplomática, para llevarlo salvo a un portaaviones que esperaba cerca de las costas de la capital de Vietnam.
58,000 soldados muertos y cientos de miles heridos fue el resultado de esa humillante derrota. Como se sabe, la teoría del dominó falló, hoy Vietnam es un socio confiable y, para que se tenga una idea de que eso es así, sólo en los primeros tres meses de este año, más de 2.5 billones de dólares fue el intercambio comercial entre EEUU y ese país.
En Irak, el motivo para intervenir no fue por la teoría del efecto dominó, pues no existía ningún imperio amenazando esa región, ese caso fue la torpeza de un Presidente – y sus asesores petroleros disfrazados de políticos – que nunca entendieron ni entienden todavía, las complejidades y compromisos del nuevo orden internacional. Esos halcones venían de una escuela donde la industria de guerra era su fuente de ingresos y ganancias. Nada más dañino que tratar de lograr esos propósitos mediante el impulso de las relaciones internacionales.
Esa metida de patas, la estamos pagando cara. Ahora son confusas la reacción de los países occidentales al anuncio del pasado 29 de junio que hizo el llamado Estado Islámico de Irak y Levante ( EIIL ) cuando proclamó el establecimiento de un nuevo califato y la designación de un conocido terrorista como su líder, su nombre de guerra, Abu Bark al Bagdadi. Su nombre hace referencia al primer califa y sucesor de Mahoma, Abu Bark, y al Bagdadi, por la capital de Irak. Ese delincuente estuvo encarcelado más de cuatro años en prisiones custodiadas por los estadounidenses. Su cabeza tiene un precio, diez millones de dólares.
Las democracias de occidente deberían darse cuenta que estamos en presencia de una iniciativa adoptadas por yihadistassunitas, que aunque su agenda por ahora es local (Irak), con la introducción del componente del califato, le imprimen un yihadismo con proyección regional e incluso mundial. Y ahí precisamente, es el peligro real para los países de las democracias occidentales.
En realidad, en esa región los dueños y ricos del barrio son dos, Arabia Saudita que es sunita e Irán que representa el poder de los chiítas. El resto, son países que orbitan en su entorno.
La coalición de países occidentales tienen que hilar fino, pues existe los rumores y especulaciones -no confirmadas-que indican que las conexiones de las actividades terroristas que tienen lugar en Siria e Irak tienen el apoyo de los gobernantes mismos de esos países y cuentan con “la solidaridad” de otros países de la región, especialmente de la península Arábica. Vaya usted a ver si esto es complejo; los aliados de occidente en esa región apoyando a los patrocinadores del terrorismo.
Otros ven una conspiración internacional en forma de ensayo, a ver si es posible dividir Irak en tres naciones, una sunista, la otra chiíta y la tercera, el país independiente de los Kurdos. Ellos, los kurdos representan el 20% de la población de Irak. No me extrañaría si los petroleros occidentales andan detrás de esa trama. Pues todo el mundo sabe que Irak está localizada sobre un lago de petróleo.
Así de complejo y explosiva es la situación en esa región. Súmele usted a eso, la necesidad y compromiso que tenemos todos de mantener la seguridad de Israel como un estado soberano, libre y democrático.
Los gobernantes de nuestras democracias occidentales deberían tener buen juicio, como dice mi inteligente nieta.