Las dos campanas

Las dos campanas

POR MILAGROS ORTIZ BOSCH
A principios de agosto la prensa recogió declaraciones de un prominente miembro del Partido de la Liberación Dominicana acusando al ex presidente de la República, don Hipólito Mejía, de querer deslucir los actos de juramentación del presidente Leonel Fernández Reyna, elegido con el 60% de los votos de los dominicanos y las dominicanas.

El deslucimiento se atribuía al presunto retiro del presidente saliente de la Asamblea Nacional tan pronto se juramentara el elegido; todos los medios de comunicación condenaron a coro la supuesta actitud irreverente de Mejía, no hubo canal o emisora que no alzara sus voces para rechazar la «decisión» del ex mandatario, hasta que el licenciado Felucho Jiménez explicó que la Comisión de Transición que él coordinaba tomó esa iniciativa con el propósito de acercarnos a la tradición y al protocolo venezolano en los ceremoniales de traspaso de mando.

En relación a la reforma tributaria, hace una semana escuché a Rafael Suberví exponer en el Congreso la importancia de esperar unos días hasta que el nuevo gobierno, ya en el manejo de la cosa pública, repensara su proyecto y tuviera la oportunidad de analizar algunos impuestos  como los que afectaban los medios de comunicación, los seguros y la publicidad. El mismo coro volvió a condenar masivamente la presencia de Emmanuel Esquea Guerrero, Tirso Mejía Ricart y Rafael Suberví Bonilla en la Cámara de Diputados, hasta que ayer, con la visión «reformada» de la reforma tributaria, el gobierno presentó sus ajustes al proyecto.

Desde hace meses la mayor presión para la aprobación de la reforma tributaria recae sobre los congresistas elegidos en la boleta del Partido Revolucionario Dominicano y llama la atención que buscando salida a la crisis que aqueja a las políticas fiscal, monetaria y de deuda externa, los organismos internacionales, principalmente el Fondo Monetario Internacional y los gobiernos europeos y de los Estados Unidos nos hablan de dos acciones: de esa reforma tributaria y nos reclaman la acción de la justicia en el caso de los fraudes bancarios. Los grupos de presión y una parte de la comunicación social demandan principalmente la reforma fiscal, colocando en un bajo perfil la acción judicial en el proceso bancario. Con la misma voz que demandamos la impostergable reforma tributaria tenemos que emplearnos en la «otra» si queremos lograr renegociaciones o facilidades que contribuyan a desmontar el déficit cuasi fiscal.

Creo que los primeros interesados en que así sea son los dueños de las entidades involucradas en esos hechos y el país que necesita irse liberando de las complicidades, porque leyendo el informe financiero del Fondo Monetario Internacional sobre la crisis bancaria y las políticas del Banco Central confirmé que «en el retraso de 8 años para aprobar» el Código Monetario y la Ley General de Electricidad estaban los vientos que hoy son tempestades.

Ojalá que al reflexionar sobre estos temas nos demos cuenta del valor de la opinión pública serena y equilibrada, desprovista de pasiones que es lo que necesita el gobierno recién inaugurado. No fue justo encontrar culpable a Hipólito Mejía de algo que solicitó el PLD, no tuvo larga vida la condena a una recomendación del PRD a sus diputados, que iban a beneficiar los ajustes que solicitó ayer el gobierno. Como no está bien solo querer la reforma tributaria y no demandar la acción de la justicia que es indispensable, según nuestros socios internacionales, para que, ayudándonos y corrigiéndonos, encontremos una salida de largo tiempo al déficit cuasi fiscal y de paso ponemos aprueba los avances y sobre todo, la independencia del Poder Judicial.

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