JULIO BREA FRANCO
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Las del viernes y la anterior de 2004, por igual, son de esas elecciones que los administradores electorales profesionales siempre desean. Un único nivel -el presidencial – y por ende, un computo más sencillo. Pero sobretodo: un margen tal de diferencia que no deja otra opción que su aceptación. Un 23.46% en el 2004 y un 13.35 en el 2008. Previamente, en el 2000, la diferencia fue también marcada entre la primera y la segunda mayoría: 24.93%.
Con diferencias de esas magnitudes no hay base alguna para que las impugnaciones prosperen. Avanzarlas es perder el tiempo y exponerse a un mayor desprestigio de ser ya el perdedor.
Los fraudes colosales, los grandes fraudes, no existen. Si los hay, a la política le sigue la conflagración. Las verdaderamente peligrosas son las elecciones de margen estrecho.
La reforma del sistema electoral en 1994, con el abandono de la mayoría relativa y la adopción de la absoluta, con doble vuelta, ha contribuido a ese efecto.
Las de 1986, 1990 y 1994 fueron elecciones críticas y muy conflictivas por el margen estrechísimo de victoria. Aun en 1996 en cierto modo también lo fueron: un 8.03% en la primera vuelta y un 2.5% en la segunda.
Otro elemento que ha ayudado es la celebración de las presidenciales por sí solas. El efecto ha sido muy positivo puesto que la conflictividad se reduce y concentra su ámbito. En las congresionales y municipales los intereses locales y las pugnas intra y inter-partidos aumenta.
Si se celebran conjuntamente el clima electoral se complejiza y se torna critico. También eso contribuye a entender el ambiente de las elecciones desde los años 70 a los 90.
A reservas de realizar un esfuerzo más detenido de las elecciones, que ofrecen suficiente tela donde cortar, las del viernes quedaron muy bien. Y el mérito es por completo de la Cámara Administrativa.
Hicieron buena planificación, laboraron intensamente, lograron los objetivos. En lo personal me declaro bien satisfecho por el desempeño del Director de Elecciones, Joel Lantigua, que ingresó y dio sus primeros pasos de la Dirección del proceso de 1993 a 1994. Ha hecho mucho camino al andar.
La Cámara Administrativa, sin desmerecer su rendimiento, tuvo algo que ninguna otra administración logró: abundantes recursos y manejo de su holgado presupuesto.
Hizo cosas impensables en toda la historia anterior de las elecciones dominicanas. Tan solo hay que examinar las apropiaciones en el Presupuesto de la JCE.
A medida que han pasado los años las encuestas y los estudios de preferencia electoral juegan un papel conspicuo en las elecciones que se celebran en el mundo. Mas allá de su función como instrumento de trabajo y de campaña. Hubo muchas y sus publicaciones levantaron debate y discusiones. Lo fundamental de todas fue haber señalado la tendencia sostenida por casi un año.
Ninguna encuesta puede predecir con exactitud los resultados. Más allá del margen de error, lo explica que el trabajo de campo nunca se hace tres días antes. Y es al final cuando se afinan las preferencias.