Las empresas rusas se aprietan el cinturón para las fiestas de fin de año

Las empresas rusas se aprietan el cinturón para las fiestas de fin de año

MOSCÚ. Esta vez en las tradicionales fiestas de fin año de las empresas rusas no hay champagne ni cantantes de moda, sino que se degusta vino espumoso, a veces sin tan siquiera salir de la oficina. La culpable es la crisis.   Los camareros colocan las botellas de Chianti sobre manteles blancos, mientras que los animadores repiten el texto de su actuación.

Son los últimos preparativos en la sala de recepción Roll Hall, en el sur de Moscú, que acoge a casi 500 empleados de una multinacional.   La empresa no escatimó para la cena, pero la directora adjunta del establecimiento, Elena Vétrova, reconoce que no es como otros años.

«Por primera vez hemos recibido reservaciones hasta diciembre, cuando normalmente algunas fechas están ocupadas desde el mes de mayo», explica.   «Algunos de nuestros clientes habituales -dice- renunciaron a sus fiestas pero en su conjunto tuvieron lugar. Eso sí son diferentes».

Las empresas se aprietan el cinturón por la profunda recesión en Rusia, debida al derrumbe de los precios del petróleo y las sanciones impuestas por los occidentales por la crisis ucraniana.   Según Vétrova, el coste medio de las recepciones disminuyó entre un 25 y 30% en relación con el año pasado, gracias a un menú sencillo y los concursos organizados por los propios invitados para sustituir a los artistas locales.

«La gente no pasa hambre pero no come foie gras», ironizó. «Muchas empresas nos piden traer ellas mismas el alcohol; aceptamos».

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