Las empresas también se enferman

Las empresas también se enferman

Las organizaciones, por definición, constituyen un conjunto de personas. Públicas y privadas, multinacionales, nacionales, grandes y pequeñas, al estar formada por personas padecen de diversas patologías.

“Las organizaciones, como las empresas, tienen ciertas patologías. Estas patologías pueden ser de tres tipos (al igual que en las personas): físicas, psicológicas y psiquiátritas. Nos encontramos, por ejemplo, con organizaciones que tienen ceguera o sordera; con organizaciones que tienen anemia o obesidad, nos encontramos con organizaciones tristes, deprimidas, autistas, paranoicas, esquizofrénicas…”, nos indica Marcos Urarte, consultor internacional, quien nos describe en exclusiva para el periódico Hoy esas patologías y nos indica algunos elementos a tomar en cuenta para su superación.

Urarte, del Grupo Pharos de España, fue invitado por el Grupo Delphi y por el Instituto Dominicano de Excelencia y Competitividad Empresarial (IDECEM) y ofreció una conferencia en el hotel El Embajador con la presencia de una amplia representación de diversas empresas.

Demasiado psicópatas sueltos.  Urarte mencionó un rosario de enfermedades. Sin embargo, parece estar obsesionado por la sicopatía.

Asegura que “en la inmensa mayoría de las veces, las patologías que nos encontramos son leves y curables, pero siempre hay que tener muchísimo cuidado porque si una organización no va periódicamente y se chequea, lo que le puede pasar es que un catarro se convierta en una neumonía, que una enfermedad se vuelva crónica, que algo acabe en una metástasis”.

Expresa que hoy en las organizaciones “hay muchos psicópatas orientados a resultados”. “Es decir, hemos creado un modelo donde se han premiado los resultados de forma inmediata y esos resultados de forma inmediata han sido recompensados con bonos, muchas veces, al poder han llegado verdaderos psicópatas”.

Explica que un psicópata es una persona más inteligente que la media. “Un psicópata es difícil de detectar”. Si sitúas en la cúpula de todo, en la cima de una organización a un psicópata, y a ese psicópata lo orientas a resultados, los consigue, pero ¿cuáles? Los suyos, no los de la empresa, y uno de los males que encontramos es que se han colocado muchos psicópatas en la alta dirección”.

Remedio sí, prevenir es mejor.  Es importante poner remedio cuando una organización muestra alguna patología. Sin embargo, Urarte considera que es mejor prevenir.

“Lo más importante en el fondo de cualquier organización, es que se cuide. Cuidarse significa crear un clima en el que predomine la confianza, que haya un cierto nivel de transparencia, que haya mucha comunicación”, es su receta preventiva.

Asegura que un ejercicio sano en las empresas tiene tres grandes pilares: crear confianza, coherencia y practicar la equidad y la justicia. “Cuando falla uno de esos tres pilares es muy difícil que una organización esté sana”, sentencia.

En ese sentido, dice que es absurdo en las empresas pedir compromiso a los empleados y trabajadores si previamente no se ha generado confianza. “Podemos conseguir que la gente acate, obedezca, pero no podemos pedirles que estén ilusionados, porque para que la gente esté ilusionada hay que generar confianza”, explica.

“Pongo un ejemplo. Te pueden pedir que estés casado toda la vida con tu mujer, no que la quieras, o que sientas pasión por ella, o que seas feliz, es absurdo. Entonces, a veces pedimos en las empresas cosas que ninguno de nosotros a nivel individual cree, y las pedimos a otros cuando nosotros no las aplicamos, es un contrasentido, es decir, las empresas a veces viven en un mundo irreal”, enfatiza.

Al abordar el aspecto de la coherencia, Urarte simplifica: Coherencia es, en el fondo, practicar con el ejemplo y, en segundo lugar, “que mis hechos corroboren mis palabras”, y añade: “Estamos cansados de ver organizaciones que dicen que lo más importante son las personas y después, todas sus acciones van absolutamente en contra”. Eso es incoherencia. En esa dirección, Urarte considera clave el tema de los valores de la organización.

Prácticamente todos los gestores y consultores coinciden en señalar que una empresa tiene que definir valores y que esos valores definidos deben ser compartidos. Sin embargo, Urarte tiene un atrevimiento: es necesario intentar contratar personas que tengan valores similares a los de la organización, la misma tendencia o, “como mínimo”, que no sean contrapuestos. “Tiene que haber una cierta lógica entre tus valores, tu ética personal y la ética de la organización”, indica.

Círculo virtuoso de  sanidad.  “Buscar sanidad” puede parecer un concepto religioso o espiritual. A Urarte le gustan las paradojas. “Creo que la mejor inversión que uno puede realizar es la generosidad”, señala y entonces habla de los elementos que ha de tener un círculo virtuoso.

“El círculo virtuoso en la empresa parte de asumir que cuanto más felices sean tus trabajadores, más comprometidos estarán con el trabajo, mejor realizarán su trabajo, más valor le darán al cliente, el cliente estará más satisfecho, será más leal y ganaremos más dinero, este es un círculo virtuoso que puede resumirse en decir que cuanto más felices sean tus trabajadores, más dinero vas a ganar”.

Señala que se gana más con una palmada en la espalda que con una patada y que “con trabajadores cabreados, insatisfechos, cuesta ser una empresa rentable y sostenible”. Es importante la sanidad de la organización como sistema. En ese sentido, Urarte, citando el libro de Philip Zimbardo titulado “El Efecto Lucifer – El porqué de la maldad”, explica que algunas organizaciones están marcadas por esta tendencia, porque son sistemas enfermos.

“El ser humano puede llegar a tener un comportamiento malvado por una de tres cosas. En unos predomina la disposición, gente intrínsecamente mala. Son muy pocos, pero existen. En otros, la razón es situacional (ante ciertas situaciones, todos podemos tener un comportamiento malvado, podríamos ser capaces de cualquier cosa explica). La tercera razón, la que interesa, es la sistémica”, señala.

En este caso, una organización que funciona como un sistema propicio para el mal, facilita el mal. “No es que una manzana podrida daña el resto, es que en un cesto podrido, cualquier manzana que pongas terminará podrida”, dice haciendo uso de la sabiduría popular.

“Hay organizaciones que son cestos podridos, entonces, mientras el cesto esté podrido, no podremos hacer nada, cualquier profesional que entre se acabará pudriendo o saldrá antes de la putrefacción, hay que cambiar el sistema”, concluye Urarte.

Las claves

Patologías de las organizaciones

Miopía: Falta de capacidad para reconocer con antelación cambios en el mercado, falta de contacto con la realidad y el entorno.

Esquizofrenia:

Comportamientos divergentes y contradictorios entre lo que se dice y hace. El discurso y la realidad no coinciden.

Estrés:

Trabajo constante a un ritmo frenético; la tensión permanente. Se vive al límite de las posibilidades.

Paranoia:

Preocupación excesiva y enfermiza por el entorno y los competidores.

Asma:

Organizaciones que se asfixian (por falta, por ejemplo, de recursos financieros o de personal cualificado).

Artrosis:

Escasa capacidad para hacer frente a los cambios que se producen  en el entorno.

Depresión:

Una sensación de desánimo generalizado; la falta de impulso o de energía para afrontar las actividades diarias o también los retos del futuro.

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