Las encantadoras encuestas

Las encantadoras encuestas

Eusebio Rivera Almodóvar

No puedo precisar si se trata de una penosa disociación entre los reportajes o informaciones de los medios de comunicación o un fallo (¿premeditado?) en la metodología de las encuestas en la recolección y/o presentación de la información buscada. Lo cierto es que recientemente se han estado publicando datos que parecen acomodados para que todos los interesados salgan “satisfechos” o puedan manipular las cifras a su favor.
Contrario al planteamiento anterior, me inculcaron desde mi primaria la idea de que los números son “fríos” y objetivamente se plantea que los sentimientos no intervienen en las matemáticas y que, aunque quieras que dos más dos sean seis, seguirán siendo cuatro. Pero la interpretación de las cifras estadísticas, base y fundamento de las encuestas, malearon el concepto de exactitud en los números y así nos encontramos con locuras no explicadas en algunas encuestas. Ejemplos: Un candidato con un alto “nivel de aprobación” que la prensa destaca con mayores posibilidades de ser ganador, resulta que al computar la “intención del voto” queda en último lugar y la explicación “íntima” del encuestado es que le cae bien como mujer, bonita, inteligente y buena persona, pero no le gusta para presidente y quien queda en último lugar sobre “si debe ser el candidato” queda en primero cuando se pregunta “quién será el próximo presidente” porque “íntimamente” el encuestado sabe que usaría su actual cargo para imponer su reelección.
De ahí surge el adagio de que las estadísticas son “como las minifaldas, que enseñan bastante, pero esconden lo fundamental” y, conforme a lo dicho por Mark Twain, existen tres clases de mentiras: “Las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas”.

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