Las encuestas Gallup y sus resultados

Las encuestas Gallup y sus resultados

Entre las tantísimas encuestas que son contratadas para calibrar y conocer cuál es el posicionamiento de los partidos políticos y sus dirigentes candidatos durante la campaña electoral que desborda las pasiones y las aspiraciones de llegar y ocupar determinado cargo político, sea a nivel municipal o nacional, las encuestas Gallup gozan para mí de una envidiable credibilidad de parte de la gruesa mayoría de la población que sigue los incidentes, resultados y las diversas reacciones de los aspirantes, cualesquiera que sean los resultados obtenidos, unos para regocijarse si estos les son favorables, otros para ocultar sus angustias si le son adversos, tratando de desvirtuar, contrarrestar o desconocer los resultados obtenidos tras las consultas, pero sin dejar calladamente de reconocer la capacidad, idoneidad e imparcialidad, tanto de los técnicos y programadores de la Gallup como el prestigio que la firma representa que sabe bien del valor de su producto y de su credibilidad, diferente a muchas otras que se prestan para cualquier cosa.
Al exponer mi opinión no me anima ningún interés particular o malquerencia, sigo la historiografía de las encuestas y de los partidos que a lo largo de los años en pasadas elecciones, han demostrado lo que son capaces de hacer, sintiéndome preocupado de los resultados de las elecciones pero más de la realidad que vivimos y padecemos que de los pronósticos y presunciones que nos muestran las encuestas en términos generales, pues ellas no se ocupan de cuestionar los procedimientos y mucho menos de determinar el alcance de los poderes fácticos ni la pobreza y marginación de la mayoría de la masa votante que prima en nuestro pueblo a quien un sistema de gobierno neoliberal y corrompido le ha enajenado su soberanía.
Esas mismas encuestas nos muestran resultados esperados, independiente de las virtudes o cualidades que puedan o deben tener los candidatos presidenciales de los tres partidos mayoritarios que se disputan la primacía siendo favorecidos en todos los escenarios de las encuestas.
Me preocupa más la pobreza o carencia de criterios ideológicos del futuro votante cuando se comprueba que, al decidir su voto, no piensa en el futuro de la nación, sino en lo inmediato: quién le ofrece y quién da más y observamos solo la falta de un liderazgo político de avanzada, carismático y decidido más allá de sus buenas intenciones, sino de un Ramfis Domínguez Trujillo, orgulloso de su estirpe, nieto del dictador ajusticiado generalísimo Dr. Rafael Leónidas Trujillo Molina, hijo de Angelita Primera. Con un historial nada limpio, obtiene 3.6% de votantes convencidos que“les gustaría que ganara las elecciones”comparado con el Dr. Guillermo Moreno un ciudadano probo, intelectual, honesto apenas cuenta un mísero 0.9%.
Cierro con palabras sabias de Al Gore, exvicepresidente de los Estados Unidos de América: “La mayoría de los políticos y administradores públicos parecen insensibles a las críticas ciudadanas y, en el mejor de los casos, parece convertir al representante gubernamental en mandante del gobernado, que con el de Servidor Público que las leyes atribuyen.”

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