Las encuestas, una cuestión de confianza

Las encuestas, una cuestión de confianza

El año pasado varios países de la región, como Brasil, Colombia y México tuvieron elecciones presidenciales. Una lección aprendida de estas experiencias fue el rol clave de los medios de comunicación como plataformas legítimas para la difusión de los resultados de las encuestas.
A principios de año se inició nuevamente la guerra de encuestas, con el interés de conocer la intención de voto y el posicionamiento de los principales aspirantes a la Presidencia para las elecciones del 2020. Otros aspectos evaluados son el nivel de satisfacción de la población en torno a la actual gestión del presidente Medina y la percepción de la población en torno a los principales problemas que les afectan.
Los resultados de estos estudios son clave en la toma de decisiones. A lo interno de los partidos se aprestan en lo inmediato a la elección de sus candidatos y a la definición de sus propuestas y programas de gobierno. Pero también el sector empresarial y la sociedad en general, observan con detenimiento las tendencias, sabiendo que para el lado en que se incline la balanza influirá en sus negocios y calidad de vida.
El panorama político-electoral es muy cambiante. Hasta hace poco algunas encuestas medían la intención de voto hacia el presidente Medina, a pesar de estar constitucionalmente inhabilitado para ser elegido. Hoy día es un escenario descartado. En estos contextos VUCA -de vulnerabilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad-, las encuestas políticas son una herramienta muy útil para tomarle el pulso a la sociedad.
Pero, qué pasa si los resultados son manipulados, si son falsos o en el mejor de los casos contienen errores técnicos significativos. Es ya ampliamente conocido que las “fakenews” o noticias falsas mezclan contenidos reales con informaciones provenientes de encuestas, estudios o fuentes falsas, para darle una apariencia real y generar confusión.
Encuestadoras, tanto nacionales como internacionales de dudosa procedencia y cuestionable trayectoria, empiezan a surgir en el escenario electoral; otras viejas conocidas también. Resultados muy diversos e incluso abismalmente contrarios son publicados en los medios nacionales, y nos preguntamos a quién creer. ¿Cómo identificamos a las encuestadoras “fantasmas”, que aparecen y desaparecen cuando finalizan los ciclos electorales? ¿Cómo diferenciamos a aquellas que viven de su trabajo y que por lo tanto necesitan mantener su credibilidad más allá de un proceso electoral?
Ante esta crisis de confianza, la reputación de la empresa encuestadora es clave; una trayectoria probada en la industria, un liderazgo responsable, son factores claves, aunque no determinantes en la credibilidad de una encuesta.
Otros aspectos,aunque relacionados a una gestión responsable,tienen que ver con rigurosos controles de calidad. Implica la movilización de personal de campo que debe desplazarse en el territorio para cumplir con la muestra establecida. Deben garantizarse estrictos controles de calidad en todo el proceso de realización del estudio: desde el diseño del instrumento y el levantamiento de la información, hasta el procesamiento y análisis de los datos. Los controles contribuyen a cumplir con la estrategia muestral, reducir el margen de error, y evitar situaciones que puedan viciar los resultados. Todo esto cuesta, y mucho.
Esto nos lleva a una pregunta frecuente: ¿quién paga? ¿quién está detrás de esta encuesta? ¿cuál es la agenda? Si bien es cierto que cualquiera, ojo cualquiera que pueda pagarlo, puede contratar un estudio; la decisión de hacer públicos los resultados es otra cosa.
El año pasado varios países de la región, como Brazil, Colombia y México tuvieron elecciones presidenciales. Una lección aprendida de estas experiencias fue el rol clave de los medios de comunicación como plataformas legítimas para la difusión de los resultados de las encuestas.
Ante el auge de las noticias falsas, y la desconfianza en las encuestas, los medios tienen una mayor responsabilidad de verificar la confiabilidad, veracidad y credibilidad tanto de los datos como de las fuentes, es decirde las encuestadoras.
Además del rol clave de los medios de comunicación, las empresas encuestadoras de larga trayectoria tienen un papel clave para mantener su credibilidad. Mientras a los ciudadanos les tocará ejercer una ciudadanía responsable y crítica que vaya más allá de lo aparente.

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