Las energías renovables

Las energías renovables

Ahora que el petróleo se ha convertido en una gran amenaza para nuestra economía vuelven a estar en el tapete los temas del aprovechamiento de las llamadas fuentes alternativas de energía renovables.

Por ignorancia y falta de políticas oficiales claras, presiones económicas de grupos de intereses, y bajo desarrollo tecnológico, el país desperdició oportunidades de aprovechar la producción de energía aprovechando las decenas de miles de oportunidades que nos aporta la naturaleza gratuitamente.

El potencial de las hidroeléctricas está aún mínimamente utilizado. Nuestras tres cordilleras, con miles de pequeños cursos de agua, serían una fuente casi infinita para la producción de electricidad. Lo mismo puede decirse de la producción de un combustible como el gas metano a partir de la utilización de la basura en los campos y las ciudades, como la yerba que se corta, los excrementos de animales y personas y hasta los desperdicios de alimentos como las hortalizas, el café y el cacao cuando se despulpan.

La energía eólica es otra fuente infinita que escasamente en el país comienza a conocerse fuera del campo de los especialistas.

La energía solar es la más conocida popularmente por los esfuerzos que hicieron autoridades pasadas para difundirla, sobre todo en áreas de pobreza extrema en la frontera y porque se ha tenido hasta ahora como un auxiliar para cargar baterías de inversores hogareños.

Siempre se alegó que el país carece de los caudales de agua suficientes para tener hidroeléctricas para cubrir una parte importante de la demanda. Pero esta es una falsa apreciación, porque las naciones que vienen aprovechando la hidroelectricidad desde hace más de un siglo, como Suecia, han fomentado su importante producción en base a las pequeñas y temporales hidroeléctricas, cuyo potencial muchas veces a duras penas sobrepasa un kilovatio. Son pequeñísimas, pero sumadas, se convierten en un formidable e importante paquete. En el país, hace casi quince años, el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi) llegó a identificar casi 300 lugares para la construcción de presas, desde pequeñas hasta medianas y grandes, pero las potencialidades de hidroeléctricas de distintos tamaños sobrepasan las diez mil. Aún cuando se ha hecho todo ese esfuerzo de estudios, es muy poco lo que se ha hecho por aprovecharlo.

La Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) a través de su departamento de Química llegó a desarrollar un programa para la producción de gas metano utilizando los desperdicios de las fincas grandes y pequeñas. Este metano puede ser utilizado en motores de combustión interna como sustituto de la gasolina para transporte de carga y pasajeros y hasta para la generación de electricidad. Pero el objetivo de la UNPHU no era tanto. Únicamente quería que se usara para cocinar. La indiferencia estatal ahogó ese programa.

Recientemente el presidente Leonel Fernández anunció un plan para liberar del pago de impuestos todos los equipos destinados a aprovechar la energía eólica y solar. Pero esto ha quedado nuevamente un tanto rezagado y lo más que se ha llegado es a generar un plan para distribuir bombillos de bajo consumo de electricidad.

España utiliza la energía solar y eólica más que ningún otro país y, aún más, tiene una legislación para comprar energía renovable a las viviendas que la producen en exceso. Estamos en el trópico y tenemos más horas de sol que España. ¿Qué estamos esperando?

Tenemos, además, la infraestructura y la educación de miles de técnicos y pequeños empresarios para producir inversores y baterías. ¿Por qué se desaprovecha?

En realidad es imposible pensar que nos faltará energía si se suman todos estos factores, minúsculos algunos, pero que agrupados se convierten en enormes arietes.

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