Las enfermedades, los accidentes y sus raíces

Las enfermedades, los  accidentes y sus raíces

Decían nuestros abuelos que es mejor precaver que tener que remediar. Los chinos se nos habían adelantado con el adagio de que una dosis de prevención vale más que mil dosis de cura. Ambos proverbios contienen una idea central simple, pero a pesar de ello, a muchas personas les resulta de difícil comprensión e implementación. Aplicados al campo de la salud conforman la zapata o principio en que se asienta la medicina preventiva. En el terreno individual cuando una persona se queja de algún malestar, digamos un dolor de cabeza, mareos, estreñimiento y falta de apetito, el facultativo interpreta eso como síntoma. Si el galeno palpa o visualiza un tumor o escucha un ruido anormal con el estetoscopio, anotará su observación como un signo.
Síntomas y signos son expresiones de las enfermedades; en ocasiones aparecen tempranamente como es el caso de los síntomas de la gripe; en otras afecciones, entre las que se encuentra el cáncer, sus señales suelen notarse tardíamente. El galeno siempre estará pendiente de la aparición y significado de las quejas, buscando cual sabueso entrenado, los signos que le conduzcan al diagnóstico correcto y oportuno de la dolencia responsable del quebranto en la salud.
Debemos ver los síntomas como el humo indicador de un fuego que acontece en nuestro interior. Desafortunadamente la tradicional cultura nos induce a valernos de algún analgésico para esconder o suprimir una señal de alteración en la función orgánica. Tratamos las quejas periféricas, más no las raíces de la dolencia. Es como si cortáramos las ramas de la yerba, en tanto que dejamos sin tocar el tronco y sus raíces. Es muy común ver a un individuo caminar con una receta hacia la farmacia, sin que todavía se haya percatado acerca de la enfermedad que padece. No debería asombrarnos encontrar en ciertos hogares acomodados cantidades de tabletas, grageas, pastillas, cápsulas, elíxires, jarabes y otras presentaciones medicamentosas, producto de la pujante industria farmacéutica. De ninguna manera pretendemos denostar el progreso de las casas que fabrican modernos y potentes agentes farmacológicos. Lo que preocupa es que se utilicen prematuramente y sin la precisión de un diagnóstico correcto.
La ciencia nos indica que cada hecho social y biológico tiene unos causantes que le preceden; nada viene de la nada. Conociendo las condicionantes necesarias para que algo suceda, podemos con frecuencia evitar semejante asociación y por ende lograr la no ocurrencia futura de un evento similar. Pongamos el caso real donde seis jóvenes perdieron la vida en un trágico accidente, cuando el vehículo en el cual se desplazaban se precipitó, cayendo sus ocupantes dentro un canal de riego. ¿Tuvo un rol causal las condiciones de la carretera?, ¿el estado del vehículo?, ¿Fue acaso el factor humano, entiéndase el conductor del carro, el principal responsable del vuelco? Sin un análisis pormenorizado del caso, no será posible tomar las medidas preventivas para evitar semejante tipo de tragedia en el porvenir. Estadísticas internacionales nos dicen que el componente humano es el factor preponderante en los accidentes vehiculares. En la República Dominicana, estudios previos indican que el alcohol está presente en cerca de un setenta por ciento de los accidentes automovilísticos. En la actualidad tendríamos que agregar otras drogas, así como el uso imprudente de teléfonos celulares mientras se conduce un vehículo.
Conocer las causas de muchos males hace posible su prevención.

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