Las enfermedades y las precariedades no han podido socavar su optimismo

Las enfermedades y las precariedades no han podido socavar su optimismo

Lo sostienen principalmente su espíritu indomable, el amor al trabajo, la forma en que recibe el diario vivir con sonrisas, esperanzas y excelente ánimo a pesar del párkinson agresivo que se inició en una de sus manos y se extendió a una pierna.

Daniel Elías Soriano Garabito, un hombre de los medios de comunicación, soporte anónimo de ejecutivos y periodistas durante más de 30 años localizándoles noticias para sus “backgrounds” en los periódicos El Sol, El Siglo y Listín Diario, no se acomplejó con ese temblor involuntario, indetenible, y así toma guaguas y carritos públicos, se sube al Metro, empuña las tijeras, dispone el pegamento, recorta periódicos impresos, imprime casi todos los medios de las redes sociales, pega y encuaderna para armar “históricos” que a pesar de su desempleo le siguen demandando comunicadores e investigadores.

Y así se ayuda para poder adquirir los cuantiosos medicamentos, cubrir consultas de varios médicos, pagar análisis de laboratorio y transportes. Para eso trabaja. Porque además de padecer párkinson es hipertenso y diabético.

Recientemente fue sometido a una cirugía de próstata y no se desanimó ante tantas pre autorizaciones, propias de ese procedimiento, que debió buscar. Sin ninguna compañía se sometió a indicaciones de cirujano, endocrinólogo, urólogo, neurólogo, cardiólogo, entre otros, y en cada laboratorio o clínica esperó paciente estudios y documentaciones que procuró, sin subirse a un transporte privado con el que no cuenta.

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Por ese temperamento indómito y por su respeto a la abundante medicación -que obtiene con ingresos precarios, esporádicos- lo ponen de ejemplo sus médicos.

Hace unos meses fue felicitado por un número considerable de facultativos que realizaron un proyecto para evaluar los genes o piezas de información genética de la enfermedad de párkinson, porque él aceptó que le tomaran muestras de sangre para ese estudio.

“Me ofrecí voluntariamente para en un futuro poder ayudar a otros con la misma enfermedad a vencer este mal. Aunque muera estaré orgulloso de haber podido colaborar a evitar que otras personas padezcan este terrible mal”.

Expresa que cuando se lo diagnosticaron, en 2015, no se amilanó, lo ignoró. Hoy, aunque algunos se sorprendan viéndolo, sobre todo ese pie que se levanta solo, no se altera ni se inmuta.

La posición de un encargado de archivos a veces es calmada, pero en ocasiones es de mucha agitación. “Había momentos que de la redacción me pedían cinco o seis expedientes al mismo tiempo, incluidos los directores paras sus editoriales y yo pensé que ese párkinson pudo nacer de ahí porque nunca he tenido presión familiar que me afecte, no me altero a a pesar de que pasé 37 años bajo presión porque los archivos no eran digitales, sino de recortes en físico”.

Le ha ayudado caminar y a que en el pasado participaba de maratones y caminatas en el Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales por lo que obtuvo medallas, y a que jugaba beisbol en la Liga Mercedes y karate barrial en Buenos Aires de Herrera.

Daniel nació en Cambita Garabito, San Cristóbal, el 19 de noviembre de 1959, hijo de Sergio Soriano y Evarista Garabito. Está casado con Ivelisse Estrella y es el padre de Ivenny, Darién, Daniely y Milagros.

Trabajó en El Sol de 1984 a 1986; en El Siglo, de 1989 a 2001 y en Listín Diario de 2001 a 2021.

Está agradecido de los doctores de CECANOT, sobre todo de Rossy Cruz Vicioso y Janfreisy Carbonell, y de Guillermo Jiménez y otros especialistas que lo tratan.

Asegura que la ayuda principal es seguir las recomendaciones de los médicos.

Recomienda a otros pacientes con sus condiciones de salud a observas las dietas, cumplir con los medicamentos y no acomplejarse. También se somete a terapia física y ocupacional en el Centro de Rehabilitación que asegura le han ayudado significativamente.

“La clave es no descuidarse con los medicamentos. En un principio me descuidé, y me caí en medio de una avenida”. Esa vez le faltó dinero para sus pastillas de párkinson. Le falló el equilibrio.

Superado ese trance, sigue con sus recopilaciones de informaciones “y me siento como un trinquete, con el mismo impulso”.

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