Las entresiestas de Julio Arriaga

Las entresiestas de Julio Arriaga

POR DELIA BLANCO
Julio Arriaga es un artista contemporáneo vasco que reside en Barcelona. Se autodenomina “Artixta” y le fascina hablar en euskera.

Le conocí de repente una mañana otoñal, gracias al amigo Milton Tejada, quien le acompañaba en su condición de anfitrión por la Barna Business School de Santo Domingo, institución académica que trajo una excelente exposición de las pinturas de Arriaga, y las que están expuestas desde el mes de octubre hasta el próximo mes de enero, 2008.

Julio Arriaga es un pintor expresionista contemporáneo, de trazo firme y colores tenues que oscilan entre el rojizo y el ocre de la tierra. Los aspectos expresionistas de sus obras están vinculados a un sentimiento gozoso y carnal de la vida, el trasfondo figurativo en sus cuadros nos habla indiscutiblemente de lo que fundamenta la cultura popular vasca pero precisamente vizcaína: en muchas de la obras los protagonistas humanos descansan, duermen, se relajan y se abrazan en un recogimiento erótico y tranquilo, los desnudos son de carne y hueso, llenos, opulentos, la fuerza se siente, la musculación de los brazos, de las nalgas y de las piernas. Estas anatomías se mueven dentro de la cotidianidad después de una buena fiesta o de un buen comer. Los gestos de las manos ofician como un símbolo protector de hermandad y amor, expresión, de orgullo en las características del temperamento euskera, parece que estamos al lado de una pareja del casco viejo de Bilbao en pleno otoño donde los colores anaranjados y rosados enternecen la firmeza del trazo dibujístico de los cuerpos. El expresionismo figurativo  alude a la vida, Arriaga  interpreta la cotidianidad en momentos íntimos de recogimiento y socializa la paella, la chuleta celebrándola en sus telas como expresiones de una cultura que agrupa y recoge las individualidades en torno a una buena mesa.

Hemos observado que el arte de comer, la cultura popular gastronómica atrae al pintor, es una vieja tradición desde la época clásica de los bodegones, pero aquí no se trata fríamente de ordenar frutas, vinos y faisanes como modelos distanciados del pintor, el expresionismo figurativo representa el disfrute del comer. En ese trabajo específico Arriaga compone su cuadro desde las perspectivas geométricas en un espacio indefinido donde la mesa y el mantel sobrepuestos le dan una nota constructivista al sujeto de la figuración. El expresionismo de Arriaga no se equivoca con la realidad sino que saca todo su sabor en ella de tal manera que el artista se ahorra de caer en los efectos de embellecimiento dentro de la obra.

Puede , indiscutiblemente  haber recibido influencias  académicas de sus mayores, quizás  del  francés  Alichensky, de Tapiés  y  Barceló Antonio  Saura pero  su factura  es muy  personal  y libre.

 En Europa a partir d en los años 80 las nuevas generaciones de pintores han tirado hacia la figuración libre del expresionismo marcando siempre la dificultad que hay para un pintor de salirse de la representación del mundo. Miquel Barceló abrió camino devolviéndole a la pintura toda su fuerza y energía  y sacándole todos sus recursos.

La post-modernidad en España no teme convivir en la diversidad de medios plásticos y visuales y convivir además con las manifestaciones y los nuevos encuentros pictóricos, el país vasco, Cataluña, Valencia y Andalucía siguen siendo las tierras privilegiadas de la pintura española, la dinámica de la diferentes autonomías permite que los artistas contemporáneos puedan fluir de una comunidad a otra. Julio Arriaga nos comentaba que él necesitaba buscar otros espacios de luz diferentes a los de su norte vizcaíno. Pasó al Mediterráneo y dejó el cielo gris y las lluvias de Bilbao. Actualmente, reside en Barcelona donde ha abierto su propio taller galería abierto al publico, desde su estudio de la calle la perla de Barcelona se mantiene en una relación directa con los transeúntes que pueden detenerse e intercambiar directamente con el artista. Como los pintores de las nuevas generaciones produce con sentido del oficio y del trabajo y ejerce su oficio las 24 horas del día. Pertenece a una nueva generación promovida por los mecanismos de divulgación del arte y de la cultura, llevados por el programa eras mus, lo que le permitió residir un tiempo en Bélgica en el año 2000.      

Con su viaje a Santo Domingo Arriaga ha logrado transportar los éxitos de una nueva generación de artistas que viven su obra como viven la vida. El viaje es fundamental para compartir y vivir los cambios del universo, pero también capitalizar situaciones visuales que se encuentran en las esquinas y en las calles, él ha observado con interés y precisión escenas de esta isla, como artista invitado de la Barna Businnes School se ha quedado en el país durante un mes enfrentándose a una nueva realidad. La situaciones épicas y pintorescas del trasporte así como la sobreabundancia de los ventorrillos de comidas y las uvas y manzanas colgantes, le han llamado la atención. Estamos casi convencida que algo sacará de sus andanzas dominicanas. Los desafíos del milenio tienen también grandes retos en el arte, los artistas contemporáneos se desplazan por el mundo buscando una manera de enriquecerse visualmente, su exposición abierta hasta el 15 de enero es una oportunidad para nutrirse de la importancia del dibujo y del trazo en la pintura contemporánea, pues Arriaga tiene un trazo seguro, armonizado con el manejo del brochezazo y del pincel, su obra tiene carácter y personalidad propia por encima de la juventud del artista y sobre todo un mundo que contar, algo que decir. Es una artista de formación académica que nos viene de la escuela de bellas artes de Bilbao donde seguramente aprendió la responsabilidad frente al oficio. Nunca hemos pensado que la pintura podía desaparecer y desde los años 80 tenemos revelaciones  que por mucho que digan este   es un medio inagotable de expresión y de representación, de ello depende que el talento y el pensamiento de un artista la sepan servir. Ahora bien, la promoción, la difusión, la comunicación y la revelación de una obra depende mucho de la inversión institucional o privada en la producción artística. La Barna Business School ha hecho una buena apuesta y esperamos que siga con su proyecto de exponer artistas internacionales y que también lo haga con algún valor nacional.

 La exposición de julio Arriaga “Entresiestas” nos permite reflexionar sobre nuevas opciones del expresionismo. Podemos definir a Arriaga como un artista que reivindica sus raíces, ya que sus personajes son tan vascos como él, y sus obras proyectan una problemática social muy actual. Es un artista con el savoir-faire de pueblo, que ha desarrollado el concepto artístico de pintar y de mostrar su proceso creativo como un gesto natural con la vida y el entorno humano.

Su presencia  hasta  enero nos ofrece una  excelente oportunidad de visitar esta exposición en estos  días navideños.

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