Las epilepsias en Canadá, cultura y sibaritismos

Las epilepsias en Canadá, cultura y sibaritismos<BR>

Invitados por los Laboratorios Dres. Mallén, a nombre del levetiracetam original, el antiepiléptico  Keppra, un grupo de 20 neurólogos dominicanos y la directiva del Club de la Epilepsia de la República Dominicana participamos en el “30th Congreso Internacional  de Epilepsia” celebrado en la ciudad de Montreal, Canadá. Una experiencia en la que se combinó ciencia, cultura, exquisitos manjares y vinos para dioses.

Debo empezar este “conversatorio” felicitando a   los doctores Santos Viloria, José  Bidó, Gisela Llorente y Luis Tusen, por presentar el trabajo científico: “La Cirugía de la Epilepsia en la República Dominicana”, haciéndonos sentir muy orgullosos de lo que se está haciendo en nuestro  medio por  las cirugías de las epilepsias. Nos agrupamos más de  mil epileptólogos de todo el mundo en el Palacio de Congresos de la hermosa ciudad de Montreal.

En el discurso de bienvenida el presidente de la Liga Internacional de la Epilepsia, el neurólogo Dr. Solomon Moshé, señaló: “Que era un placer dar la bienvenida a todos a la vibrante ciudad de Montreal, pues era la primera vez que se celebraba este congreso en Norte América en treinta años y que esperaba que fuera instructivo, que permitiera intercambiar experiencias y compartir los más avanzados aspectos en el diagnóstico y manejo de las convulsiones epilépticas”. Debo confesar que la ciudad me encantó y que realicé uno de mis sueños, visitar el Instituto Neurológico de Montreal,  en la Universidad de McGill. Fundado en el 1934 por el neurocirujano Wilder Penfield, quien descubrió el tratamiento quirúrgico para las epilepsias.  La ciudad de Montreal, es una mezcla del glamur europeo y la bonanza de Norteamérica. Estar  hospedados en el Marriott  en el casco antiguo, nos permitía ir a pie a  la  Plaza de Armas, donde están los edificios más viejos de la ciudad, frente a la majestuosa catedral de Notre Dame, allí disfrutamos de un espectáculo de luces y sonidos, esplendoroso.

En la calle Saint-Paul, la más vieja de la ciudad, en el restaurante “Vieux-Port”, invitados amablemente los neurólogos del Club por Víctor Contreras Llaport,  representante de UCB, Keppra, disfrutamos  una exquisita cena: un corazón de filete de res marinado en Crown Royal con Maple, acompañado de un primoroso vino Peller Estates y al final unas copas de licor Sortilége Prestige, todos canadienses. Al visitar Quebec, disfrutamos el preciado salmón rosado canadiense en crema de trufas. Luego visitamos las cataratas Montmorency y el famoso hotel Le Chateau Frontenac. Mientras hacíamos el crucero por el río, me dice el Dr. Edwin Espinal, –profesor suba- y ascendí  a  la balaustrada del yate Louis Jolliet, al decirlo con tanto respeto y cariño no puedo negarles que pensé que ya me estaban delegando las funciones del fenecido  Dr. Mario Tolentino. En la oportunidad, el joven  neurólogo, me señalaba: “Que este había sido el viaje más complejo que él había hecho, por las atenciones recibidas y las variables deleitadas en ciencia y culturización”.

Para completar el disfrute, coincidimos con el Festival Internacional de Jazz de Montreal, la noche previa a la inauguración pudimos recrearnos con un espectáculo de luces en dicha área, cerca me encontré con  un saxofonista de los que tocan por algunas monedas, ¡excepcional! Me remonté al Ronnie Scott Jazz Club de Londres. Canadá, una verdadera experiencia sensorial, trascedente, científica, sibarítica y cultural.

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