Escribo este “conversatorio” desde el décimo piso del hotel Grand Fiesta Americano, frente al inmenso mar de arenas blancas y cristalinas aguas de distintos tonos turquesas, en el Coral Beach Cancún. La razón de mi presencia aquí es que acabo de salir del Salón de Convenciones donde se celebra el “IX Congreso Latinoamericano de Epilepsia”, auspiciado por la Liga Internacional de Epilepsia ILEA, y el IBE, Buró Internacional para Epilepsia.
Una nutrida delegación de colegas neurólogos dominicanos nos acompañan, tales como el presidente del Club de Epilepsia dominicano. En el evento se está haciendo una revisión de los aspectos más actualizados en el campo de las convulsiones a nivel mundial. Sabemos que una epilepsia es una alteración química y eléctrica que se expresa en la repetición de los eventos convulsivos.
En estos casos creemos que lo más importante es que el paciente conozca todo sobre su enfermedad y que debe recibir la correcta información dada por su médico experto en el campo. Esto permitirá una mejor relación médico-paciente y de manera lógica un mayor apego al tratamiento que le instauremos. Por igual es importante que el paciente sepa que puede realizar todas las activadas de la vida diaria como una persona sin esta enfermedad. Una de las preguntas comunes es sobre el sueño. Es importante destacar que no está sustanciado científicamente que una pequeña alteración de falta de sueño aumente las convulsiones, pero sí si se hace de forma crónica, pues altera entonces el Ciclo Circadiano.
Otro tema tratado en el cónclave de las epilepsias, es el de la licencia para conducir vehículos de motor. Este es un tema de enorme relevancia en el que no hay un consenso: veamos un ejemplo en los 50 estados norteamericanos hay solo 6 o 7 legislaciones diferentes que van desde seis meses hasta tres años de restricción. En lo particular le sugiero a mis pacientes tres meses sin manejar luego de un correcto control de los eventos, por la relevancia para su independencia y su capacidad de movilización. No obstante lo anterior, este plazo deberá establecerse valorando en conjunto el trabajo que realiza y el tipo de los eventos que padece. Es una tarea pendiente del Club de la Epilepsia dominicano lograr un reglamento “dominicano” al respecto.
El tema de epilepsia y embarazo fue tratado y se concluyó que no hay razón alguna para que una paciente epiléptica no pueda hacer familia, es la esencia de la humanidad. El gen de la perpetuidad es el más egoísta. Hay medicamentos para las epilepsias que no deben usarse en las mujeres fértiles en búsqueda de hijos, pero hay otros, que son los más, con una muy baja teratogenicidad ya demostrada. Es importante destacar que debe en las futuras madres acompañarse la medicación con ácido fólico.
Se hizo la salvedad de que los antiepilépticos disminuyen la potencialidad del efecto protector de los anticonceptivos orales, por lo que se les deben recomendar otros métodos. Por igual, las madres deben lactar normalmente a sus criaturas, pues el chance de que pase la medicación al bebé son muy remotas y solo lo inducirá al sueño.
En una de las ponencias se revisaron los aspectos de la actividad física en los niños epilépticos, siendo la conclusión que toda actividad deportiva y recreativa actuaba en beneficio de ellos y que la práctica de aislarlos o negarles la participación en cualquier tipo de actividad física o deportiva, tenía un efecto adverso en su desarrollo integral. La única restricción es la natación, que debe hacerla acompañado de un adulto responsable. Continuaremos tratando el tema.