Las especias, las cuales proceden mayormente del continente asiático, fueron consideradas verdaderos tesoros en la antigüedad. No en vano se utilizaron frecuentemente como moneda de cambio. Las especias fueron tan codiciadas en el mundo antiguo por las características que se les atribuían, pues existía la creencia de que poseían propiedades mágicas, afrodisiacas y curativas.

Hoy en día su utilidad más frecuente es culinaria, y este uso se remonta a la época de la civilización romana, aunque también las emplearon como perfumadores de ambiente.

Se dice que llegaron a ser más valiosas que el oro, siendo motivo de conflictos entre los numerosos pueblos que pretendían monopolizar el mercado. Los venecianos dominaron el negocio hasta finales del siglo XV.

Luego, los portugueses asumieron el negocio de las especias y luego los holandeses, quienes llegaron a controlar las transacciones de clavo y nuez moscada.

No se les atribuye gran valor nutritivo, pero cuando se usan con moderación aportan a los platos color y aroma, potenciando también su sabor. Además, se le atribuyen beneficios terapéuticos.

Para conservarlas, solamente hay que guardarlas en un sitio fresco y oscuro, en frascos herméticos para que no pierdan sus propiedades que las hacen atractivas.