Las esquinas con semáforos y el pobre desarrollo

Las esquinas con semáforos y el pobre desarrollo

Por más que el presidente Fernández y su equipo económico hable de crecimiento de la economía dominicana y bla, bla, bla, al llegar a cualquier esquina con semáforo para cruzar una avenida principal, nos damos cuenta que el desarrollo aún está por venir.

Una decena de personas de todas las edades se acercan a los vehículos con la esperanza de recibir una limosna o tratar de vender objetos muy diversos con el fin de lograr el sustento de ellos y sus familias.

Si este país tuviera un gobierno que controle verdaderamente al Estado, sus funcionarios deberían cumplir y hacer cumplir las leyes.

Comencemos por los niños pedigüeños: de acuerdo a los ministerios de Educación y del Trabajo, los menores en horas matutinas como vespertinas deben asistir a las escuelas y se prohíbe que estos niños los pongan a trabajar para beneficio de los adultos. ¿Cuál de las instancias antes descritas ha investigado o tratado de corregir estas anomalías? Además, y por si fuera poco, la mayoría de esos niños son nacionales haitianos en que si les han permitido la entrada por sus condiciones de exiliados económicos a sus familias, por lo menos deben ofrecerles el sustento para que sus hijos asistan a las escuelas y puedan en el futuro ser útiles.

Los discapacitados: veo con mucho pesar, cómo discapacitados en sillas de ruedas en pésimas condiciones, se exponen constantemente a sufrir accidentes aún mayores con el riesgo de perder sus vidas, al entremeterse entre los vehículos para alcanzar alguna que otra limosna. Otros, con pérdida total de las extremidades o quemaduras mal tratadas las exhiben en un espectáculo deprimente, con el fin de lograr que se apiaden de ellos.

En muchos países, los discapacitados son entrenados para múltiples oficios y las loterías son las primeras que les asignan puestos fijos para vender los billetes que los dignifiquen con una entrada que si no es en demasía, al menos puedan vivir sin el riesgo con que lo hacen bajo la inclemencia del sol, lluvia y riesgos de todo tipo. Además, tendrían seguridad social en el componente contributivo.

A propósito de lo expresado anteriormente, este año se cumplen 10 años de promulgadas las leyes General de Salud y la que creó el Sistema Dominicano de Seguridad Social, y se había fijado como meta, los diez primeros años para que el 100% de las personas que viven en nuestro territorio, dominicanos o extranjeros legales estuvieran incluidos en la seguridad social.

¿Qué ha pasado con estas personas sin trabajo formal, que deberían estar dentro del componente subsidiado con las prestaciones que ordena la ley 87-01 para estos casos?

Jóvenes vendedores de cualquier cosa: cuánta pena siento al verlos en la mejor edad productiva, imposibilitados de estudiar una profesión u oficio técnico, dedicados a ganarse la vida vendiendo desde agua envasada y refrescos, hasta candados, animales, frutas, flores, y diversos productos, probablemente para ganar menos que el monto más bajo de los pírricos salarios mínimos.

Considero que hay que crear fondos y ayuda técnica necesaria para la pequeña empresa, a fin de prestarles a esos emprendedores, para que establezcan sus pequeños negocios que les generará más beneficios y podrán a su vez emplear a personas, generalmente familiares, con un efecto multiplicador en la sociedad.

Es con estas pequeñas iniciativas que nuestro país se enrumbará hacia el desarrollo y de manera organizada, no con las promesas incumplidas y con bonos a la vagancia para provocar una sociedad de dádivas que como reses las conduzcan cada cuatro años a un matadero electoral.

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