Las estadísticas y la inmortalidad del alma

Las estadísticas y la inmortalidad del alma

El cálculo de probabilidades es un recurso de la ciencia para predecir sucesos, ya en base a lo que ha ocurrido en el pasado: los milímetros de lluvia que caerán, el número de dominicanos ausentes que vendrán; o en base a las propiedades de un objeto, como las veces que una moneda caerá escudo o cara cada cien tiradas al aire. Las probabilidades son valiosísimas cuando se ignora acerca de los factores que influyen en el hecho que se quiere predecir. Diferente al dueño de los dados amañados, quien sabe de qué lado está la ventaja, o al político tramposo que sabe quién va a ganar por los  votos que ha comprado.

Dios, en cambio, se oculta detrás de las probabilidades, como el padre que se distancia para que el niño aprenda a caminar solo. Dios siempre sabe el número de la Loto, pero cuando interviene visiblemente a favor de unos, puede ensoberbecer a los favorecidos (ya le pasó con los judíos), y  hacer que los menos afortunados renieguen.

Los estadísticos tienen sumo cuidado con sus cálculos, especialmente, en lo que respecta al error alfa y al error beta. El alfa es como la probabilidad de que, tratando de reducir los ladrones, matemos en intercambios de disparos a inocentes. Al contrario, el error beta sería como, queriendo ser justo con los inocentes, dejemos escapar a  los delincuentes.

Toda conducta apuesta a algún beneficio. La vida en comunidad es un sistema de expectativas y predicciones recíprocas. Nadie saldría a la calle si no tuviera la “esperanza matemática” (probabilidad) de que un carro o un delincuente no lo maten o que, con dinero en el bolsillo, el del colmado le entregará los alimentos y las bebidas que procura.

Curiosa es la apuesta del seguro de accidente o de vida: La Aseguradora apuesta a que usted ni choca ni muere, usted apuesta a que usted sí choca y sí muere.

En algunas apuestas Dios es particularmente benigno con nosotros,  y nos hace ganar o perder por nuestro bien, sin que nos percatemos. Algunos osados apuestan a que Él existe no existe, o  que el alma no es inmortal. Los que apuestan a favor, ganan o empatan, pero nunca pierden. Porque si el alma no fuera inmortal y Dios no existiese, se irían igualmente quietos al cementerio, sin arriesgar nada…pero si Dios existe, lo ganan todo.

Hay quien apuesta lo contrario, pretendiendo saber más que Dios y que las matemáticas. Y se comporta como quien se niega a entrar tempranamente en la seguridad social, o entra tarde…y  corre el riesgo innecesario de llegar a la vejez, o a la muerte, sin seguro de retiro, ni de Vida… Eterna.

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