Las experiencias traumáticas: ¿cómo superarlas?

Las experiencias traumáticas: ¿cómo superarlas?

José Miguel Gómez

Los traumas son experiencias que dejan huellas emocionales y psicológicas

Los traumas son experiencias que dejan huellas emocionales y psicológicas por su naturaleza dolorosa. Se pueden instalar en la niñez y la adolescencia, pero también en la adultez y la ancianidad.

Para un niño, un divorcio, un abandono, castigos severos, maltratos físicos, abusos sexuales o burlas, reproches, descalificaciones van quedando almacenadas en sus amígdalas cerebrales, en su hipocampo y su sistema límbico; de donde las experiencias, vivencias y recuerdos pasan a las emociones, sentimientos y comportamientos.

Esos traumas van formando parte de su historia y su biografía personal, o se convierten en una pena muda, en un silencio, una soledad, un escapismo o timidez que solo el niño traumatizado sabe de su angustia y dolor.

En la adolescencia un trauma psico-emocional puede deberse a múltiples causas: comparaciones, descalificaciones, exclusión de grupos, burlas o presiones de parte de amigos, ya sea por falta de habilidades o destreza para competir o tener presencia social; pero también, por rechazo amoroso, la pérdida de los padres, abuso sexual o violaciones sexuales, llevan al adolescente a la ansiedad, depresión, intento de suicidio, etc.

En la vida adulta se vive expuesto a varios estresores psicosociales: divorcio, desempleo, pérdidas financiera, duelos, enfermedades, decepciones, frustraciones y sufrimiento que pueden representar alteraciones en la salud mental.

Esos traumas se registran con imágenes repetitivas en el cerebro, con sentimiento de culpa, ira, rabia, enojo, resentimiento, odio, vergüenza, tristeza y dolor emocional.

Esos traumas o experiencias emocionales desagradables son las culpables de comportamientos disfuncionales en la adultez: alcoholismo, depresión, estrés-postraumático, ataque de angustia, trastorno psicosomático, insatisfacción existencial e infelicidad.

Muchos de los traumas no podemos evitarlos, controlarlos o posponerlos. La crianza, la socialización y el aprendizaje de vida, no depende de nosotros.

María Zambrano dice: “Convertir el mal en bien, lo que significa entre otras cosas hacer toda derrota asimilable y toda victoria duradera”.

El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. El adulto puede superar los eventos traumáticos; puede reflexionarlos, interpretarlos, entenderlos, superarlos, perdonarlos o dejarlos atrás para continuar con la existencia.
En la adultez o madurez no hay espacio para el resentimiento, el odio, la mezquindad o la mediocridad.

Vivir la amargura y el vacío existencial por historias de traumas que otros han realizado sin la compresión de los por qué; sencillamente, es una incomprensión elegir el sufrimiento, el remordimiento o la sed de venganza. Para poder fluir en la vida, hay que cerrar procesos, pasar la página y superar duelos.

Los traumas y las frustraciones, también ayudan a la madurez, al crecimiento espiritual, a sacar algo bueno, apostar a ser diferente, de mejor contenido y con razones existenciales más saludables.

Los traumas logran resultados patológicos cuando las personas a través de sus comportamientos practican la maledicencia, la psicopatía, la perversidad, el daño a los demás, o la planificación en manada para reproducir el acoso moral. Sin embargo, cuando una persona ha vivido o ha sufrido traumas psicoemocinales, exclusiones, discriminación o violencia, pero prefiere practicar la gratitud, la compasión, la misericordia, el amor, la inclusión, la bondad, la solidaridad y el altruismo se convierte en una persona buena y sana.

La vida es corta, el tiempo es limitado, los resultados de vida son elecciones individuales o grupales. En la ancianidad hay que saber cómo se quiere concluir la vida. En la adultez o la madurez hay que realizar su auditoría existencial, debido al poco espacio y tiempo para reflexionar y cambiar.

Pobre del que en la madurez realiza las mismas mañas, travesuras y mezquindades de la juventud. La repitencia de hábitos tóxicos pone en evidencia patologías y rasgos de personalidad antisocial, o manipulación y egocentrismo propio del narcicismo y la petulancia de traumas no resuelto.

En la vida adulta se vive expuesto a estresores psicosociales como divorcio, desempleo, duelos…

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