A pesar de la belleza y las riquezas naturales que posee Brasil, este país tiene comunidades que viven en extrema pobreza asentadas en las laderas de las principales ciudades, como Río de Janeiro, Sao Paulo y otras.

Son  similares a los barrios marginados que tenemos en Santo Domingo; a las llamadas villa miseria de otros países: Allá reciben el nombre de favelas.

En esas comunidades hay de todo: miseria, marginalidad y  corrupción; sus habitantes tienen su idioma  y  expresiones culturales propias.

En las favelas reside alrededor del 20 por ciento de la población de Brasil. La mayoría de esa gente ha emigrado desde las zonas rurales, como ocurre  en nuestros países, en  busca de mejores oportunidades de  progreso.

En Río de Janeiro hay más de 400 favelas, la mayor es Rocinha,  que tiene unos 300 mil habitantes, situada en sur de esa ciudad. 

Las favelas constituyen un submundo en el cual los niños y niñas están expuestos a innumerables situaciones de peligro y donde se violentan los más elementales derechos humanos.