Las fiestas de los monos

Las fiestas de los monos

En la raíz de todos los países que logran grandes cosas hay un germen de bondad entre sus gentes que a mi me parece que se manifestaba entre los dominicanos con mayor frecuencia antes que ahora. No sé si la proliferación de medios hace que uno conozca más casos que demuestran mi aprehensión, o si estaré equivocado, pero me preocupa mucho la poca inclinación que tenemos para realizar proyectos en conjunto que requieran de colaboración, a veces desinteresada.

Recientemente he leído acerca de cómo con el tremendo terremoto que asoló a la China, el sentido comunitario de los afectados facilitó y aceleró la recuperación de las zonas afectadas. Ninguno se erigió en un “comité de damnificados” para pedir ni esperar nada, sino que la inmensa mayoría se dispuso a dar lo que pudiese, porque de otro modo perdían todos.

Al ver esto, pensé en cómo cada vez que aquí hay un accidente en las carreteras, sus víctimas padecen aparte del trauma o la muerte, una segunda desgracia que es ser víctimas de los “piratas” que desvalijan a los accidentados antes de pensar en auxiliarlos.   Me vino a la mente cómo la vida en condominio entre los dominicanos requiere más esfuerzo que lo que cualquiera imaginaría, pues siempre algún vecino pretende apropiarse de alguna área común, o decide no pagar las cuotas de gastos comunes, u olvida -si es que lo supo alguna vez- que el respeto al derecho ajeno es la paz.

En algo tan sano como el deporte aficionado, son pocas las federaciones organizadas que no han padecido recientemente alguna convulsión, por diversos motivos, pero que siempre demuestran cuán difícil e incómodo es emprender proyectos que requieren colaboración. El ping-pong, el tennis, el ajedrez y ahora los ecuestres, son apenas un botón de muestra…

¿Qué tara nos impide colaborar creativamente, asociarnos para que el conjunto de esfuerzos individuales resulte en frutos mayores que la simple sumatoria de cada voluntad? Ni siquiera los partidos políticos, que son por definición y necesidad proselitistas, escapan a esta atomización y disgregación que hoy comento.

Uno no sabe cómo contribuir a corregir este defecto del carácter dominicano, pero seguramente no será con una “asociación de gente que quiere dominicanos mejores”. Habría que elegir una directiva, y si hay fondos donados, seguro que termina como la fiesta de los monos. ¡Qué país!

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