Las firmas

Las firmas

DIOMEDES MERCEDES
Sin propósitos autobiográficos y sólo porque es útil a la idea que intento difundir, diré que soy un producto de la efervensecia de un proceso de cambios en un período crítico y estelar del país, donde este aborde del oscurantismo y del depotismo cristalizó, fraguando con pureza distintiva a jóvenes que desde Junio de 1959 hasta febrero del 1973 constituimos el norte magnético de una nación que naufragó bajo la presión de fuerzas superiores.

Tierra fértil y prodiga a la que traumáticamente le han sido quemadas sucesivamente sus cosechas, pero la misma y eterna, donde cualquier raíz superviviente es suficiente para generar cosechas y esperanzas primaverales nuevas.

Algo inherente poseen los pueblos que están destinados a perdurar elevando con su historia la condición y dignidad humana, en el grande o pequeño suelo que habitan. Es una marca genética imborrable heredada de los males ancestrales que nos habitan interiormente y nos inspiran en los momentos supremos.

 A esa energía invisible y portentosa, llamamos latencia para el “To be or not to be” para el que fuimos seleccionados los de ayer, pero presentes siempre en relevos como los que ahora serán potencializados para la otra hora cero que se marcará tras finalizar las elecciones, la que el presidente Leonel Fernández merece ganarla como resumen político y exponente de todas las fuerzas conservadoras que se han asimilado al cortejo del poder.

Después de las elecciones nos tocará por todas las costas la gran crisis. En lo adelante, la nación frente aquellos sobrevivirá por si misma e identificándose frente a los retos y obstáculos que se llamarán Leonel Fernández, un camaleón capaz de teñirse de todos los colores para ejercer o controlar el poder. Él es una figura muy vieja en nuestra política desde “concho primo” para no reconocerle también la firma.

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