Las Fuerzas Armadas

Las Fuerzas Armadas

El sabio griego, cuya ideología aún prevalece, abogaba por una clase o hijos del Estado donde no exista interés personal alguno, cuya existencia debía dedicarse a servir incondicionalmente a la Patria. Así pretenden los políticos mantener los militares, para valerse de su indigencia y apoyarse en ellos.

El militar es un ciudadano igual que todos, sus familiares y amigos no mantienen diferencia alguna con el resto de la sociedad, sus necesidades y sus relaciones con los pueblos son idénticas a las de cualquier persona, les corresponde convivir en paz y armonía con sus semejantes, para lo cual han de integrarse a la sociedad como entes productivos, no pasivos. Un militar tiene el mismo derecho que cualquier persona a poseer propiedades, administrar negocios, crear fortuna para sí y cubrir necesidades de sus familiares, sin depender de los vaivenes de una política voluble y corrupta, como la que se practica en nuestro medio.

Una revolución social sería permitir que se integren todos los militares a la producción nacional, sólo asistiendo a los cuarteles cuando lo demande el necesario servicio, la mayoría de su tiempo activo dedicarlo a producir riquezas libremente, para él y sus familiares, en las actividades productivas que estén más acordes con su disposición, totalmente independientes de su posición en el gobierno y sin que se le pueda criticar por ejercer malsana influencia, con amplias libertades para medrar, como cualquier hijo de vecino, pero sin privilegios.

La arcaica idea contenida en el platonismo, aún vigente, mediante el cual un militar es un ente distinto al resto de la población, no encaja en los tiempos modernos, ese sacrificio y restricto proceder, enclaustrado en un recinto sin necesidad alguna de permanecer alerta, porque no existe peligro inminente, resulta moralmente dañino para la clase castrense y para la patria misma, el soldado en tiempo de paz es un obrero, el oficial un gerente, su actividad les asegura una vida próspera y estable, sin la inseguridad que amenazan los cambios políticos y sin que su familia se sienta angustiada cada vez que se presentan variantes en el gobierno.

Napoleón, en plena campaña, se detuvo en una fábrica para condecorar un obrero que laboraba con esmero, diciéndole: -Usted es un soldado, merece esta condecoración que yo le impongo por sus servicios.

Es probable que la política prevaleciente no comulgue con la idea de unos militares procurando medrar por su cuenta, toda vez que escaparían a su control y sumisión, no obstante, cada miembro de los cuerpos armados sabe que tiene familia y que esa familia depende de lo que él produzca, no puede someterse a un régimen que le condene a ser pobre ni le obligue hacer riqueza mediante la prevaricación que promueven los políticos, con lo cual siempre tendrá el dedo acusador de los pobres, cuyos orientadores les inducen a mirar los jefes como enemigos y en casos de desorden adversarles sin motivo.

Los debates escenificados entre políticos, deben poner los militares a pensar en ellos mismos, olvidarse de las diatribas partidarias, porque no le conciernen, tratar de servir a la patria como buenos, soldados y a sus familiares como buenos trabajadores, capaces de producir fortuna para cuando sean viejos no necesitar vivir en cuarteles, sino tranquilos, al lado de sus nietos, en un hogar estable.

Ya las ciudades no precisan de murallas como eran imprescindibles en la época en que Platón escribía sus diálogos, cuando las conquistas eran el deporte favorito, hoy las conquistas son una vergüenza, la humanidad las considera abuso de poder y robo de bienes ajenos.

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